Ellos, los normales, son felices. Los que tienen la risa a flor de labios por cualquier cosa. Los que cuentan chistes y son la algarabía de los grupos. Los que saben cientos de canciones y tocan la guitarra. Los que tienen abultadas cuentas en los bancos; los que tienen los mejores libros en su biblioteca, un equipo de sonido del último grito de la tecnología, una Mac, una Nikon, una Mont blanc y sus Nike. Los que tienen al hermano o mamá cerca para contarles de los afanas del día. Los que tienen empleo y les importa. Los que no lo tienen y no les importa. Los que tienen el mejor auto, la mejor casa, ranchos y avión particular. Los que hacen ejercicio y aumentan de músculo. Los que juegan al golf en los campos de verdes praderas. Los que tienen altos sueldos por sus funciones de administrar los asuntos públicos. Los que tienen un Dios que los vigila, cuida y castiga. Ellos no son locos, ni borrachos, ni suicidas, ni psicóticos,ni tuvieron una mamá con cáncer o en el siquiátrico, ...