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Mostrando entradas de agosto, 2011

Joel

Joel Zúñiga Castillo es inmortal. Hasta que no se demuestre lo contrario. Hace treinta y cinco años nos lo dijo. Eramos cuatro integrantes del club en Matamoros.  por esas calles y callejones anduvimos siempre sonrientes, alegres, afables. Nos tragábamos el mar de un solo buche. Tantos mares acabamos. Tantas estrellas bajamos. Discutimos sobre diversos temas. Arreglamos el mundo tantas veces descompuesto. Una tarde nos dijo: "yo soy inmortal, y se los demuestro cuantas veces quieran". Lo saludé hace seis meses en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Charlamos de mil temas junto con Bogar. Y allí sigue, con la carcajada abierta. Con sus anécdotas infinitas nos demuestra que es inmortal.

Lo posible

Nada se acaba hoy, como no acabó ayer; tampoco acaba mañana. Todo es circular como la serpiente que muerde su cola, o la bestia atada dando vueltas a la noria. Por eso hilvanemos lo más fino posible entre el pasado y futuro, y que el presente sea un tejido perfecto de flor. Todo fin es un comienzo. Toda derrota es el inicio de una victoria. Cada día con su propio afán y comer con fruición las frutas de temporada que no se encontrará en las otras. Mientras esto sucede escribiré sobre los gallos y las azafatas, sobre las nubes y el poliedro, sobre los cantos y llantos. Hoy alzo la mirada  siempre consciente que mi caminar es sobre el suelo. ¿Y si mañana ya se fue y si el pasado es un sueño? Deja despertar al presente entretejiendo tuertos y entuertos.

Ocelote

Por ahora haciendo nada y con ayudantes, asomado aquí a esta página de la alegría. Vienen y van las golondrinas. Al acecho un ocelote inspirado en la oscuridad. Guardadas las palabras, reinando los silencios, todo es posible. No había escrito nada desde el diluvio, desde esa eternidad en que todos miran a todos y nadie dice nada. Un bisonte pasa frente a mi y lo domo. Lento y tranquilo animal rumia carcajadas. A ver si ahora avanza hacia su ruta prevista del cementerio. Y griega. Esto es escribir in fraganti sobre lo que sucede alrededor. Nada y todo pasa. Con prisas unos, otros con paciencia con un control remoto a la mano. Plasma la pantalla donde sucede la película de la vida. Me entero que hay reunión de mosquitos, que hay reunión de conejos. Preparan el golpe final para finalmente dormir a pierna suelta. He dicho. Corten, dame un dulce, y sigamos grabando.

La princesa

En el palacio de hierro encontré un lápiz en oferta por temporada y comida para gato. También un libro rojo de letras blancas y aromatizante para auto, aunque no tengo auto ni gato ni motivos para escribir o leer. Busque´otras mercancías a ver si  también estaban en oferta:  un corazón en dibujo y unas sandalias de playa, también un reloj que detenga el tiempo, una lámpara de Diógenes y un cantarito con palabras aunque fue inútil. Decepcionado, y con el imperativo de compra como filosofía, me robé tu sonrisa de princesa, y compré cien gramos de dulce de leche y un radio para escuchar la serie mundial de beisbol y algún programa del corazón.