Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2011

amanece

Las madrugadas son como huecos oscuros en la tierra, como huecos en el infinito sideral. Amanece al fin azul, como si dijéramos verde vegetal. Son colores que deslumbran en tonos diversos de mar. No pasan más que los gorriones con su canto, y se sabe, se dice, que arriban las brujas para las noches de plenilunio, con sus brebajes propios de la alquimia personal. Todo es crónica del viento. Crónica de los pesares con las risas. Una golondrina no hace verano, pero bien pueda dar a luz la primavera. Aquí se escriben palabras huecas. Nadie la razón este valle de los sobrios y locos. Nada decir del pasado, nada queda. Punto y cruz.

Las palabras

Tengo palabras que guardo bajo llave. Y tengo las que traigo sueltas por las calles. No son las mismas, pero todas ellas me merecen. Hay las que lastiman y las que ensalzan. Las que fustigan y las que animan. Las que señalan y condenan y las que toleran. He descubierto que somos lo que pensamos y decimos. Y de esa forma nos tratan. Hay palabras que destruyen y construyen. A mi me bastarían por ejemplo para vivir las palabras jardín porque representa a mi padre. Y "ya está la comida"; y "lo importante es que no te pasó nada", que me recuerdan a mi madre. Yo lo sé de cierto. Prefiero al café que el adiós.

La memoria

Si te molesta, como dice la canción,  recuerda que somos arrieros.  Los caminos buscan siempre el olvido al dolor en la memoria donde habitamos. Un circo, el escenario del teatro, la tribuna, son siempre espacios de representación, con funciones de beneficiencia, con funciones para las personas vip. En la memoria tengo un retrato tuyo, una pata de conejo y un olor a tu sonrisa, que sepa lo que significa. Aquí, en esta casa de la risa, me dan hoja y papel de vez en cuando, para hacer pruebas para el sicólogo. Que la memoria nunca me abandone; que nunca me diga que  fuimos otros, indiferentes, mercenarios, ridículos.

Elucubrar

Como lubricar ideas, me parece, o algo parecido. Elucubrar ensoñaciones es como embobado soñar con los ojos abiertos. Y nos tunden con piedras y garrotes en el alma, mientras nosotros andamos mirando el rabo a las nubes y las colas en los bancos, aburridos, endemoniadamente superfluos animales. Estampo mi rostro en el espejo y lo dejo allí seguro que la edad es algo fija. Susurro cantos mientras escribo Roma o París. Este elucubrar a veces se anda por las ramas. Un día tendré un perro a quien ponga de nombre elucubrar. Los perros  se alegran cuando uno llega y se apesadumbran cuando uno se va. Hasta el cementerio llegan, los perros, atrás del cortejo. Y se quedan allí hasta lo último, esperando que reviva el último de los mortales con nombre y apellido que les hizo fiesta en su cumpleaños. Salud, declamando el Nocturno a Rosario.

Dóciles

Con disposición al matadero, dóciles. Silencios tempestuosos incuban presagios de sangre vertida. Discursos lastimeros ante la tribuna. Palabras de ayes y gemidos de dolor. Así estaban escritas las cartas del martirio. Así mentían con palabras juradas y juramentadas. Canciones hechas trizas, melodías descompuestas. Ante el matadero los animales braman y aúllan (coyotes). Quedan apenas vestigios de vida:  rotos, locos. Quedan los momentos sublimes como  fotografía en la memoria.

Volver

¿Cuál será la geografía que mejor nos acomode? No es la que se sueña, sino la que se vive. Con esos bemoles del día, con esa rebuscada palabra que no sale, con esa mirada que intenta dar vueltas en la esquina o girar. Vuelvo a estas rutinas de espacios en blanco y palabras. Ritos gestuales donde aparece el laberinto de la vida. Ritos de silencios donde se escribe con el sentido del ritmo de la vida. Volveré a tus brazos para no regresar al país del nunca jamás. Tengo rota la camisa y los cabellos despeinados. Mi sonrisa es una mueca que delata vanidades. Hoy salí de compras y regresé con las bolsas vacías. Las canicas quedaron a tres cuadras. Los besos robados me los confiscaron en la aduana. Quise reclamar y tenía los ojos sin mirada. ¿Cúando se escribe la palabra volver? No lo se de cierto. Sólo sé que el alma se hace chiquitita, para que el corazón ocupe el espacio que le corresponde.