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Mostrando entradas de abril, 2016

Para dormir

Para dormir basta mi almohada. Un libro por si en el sueño me da por leer. Suele suceder. Una vez hice malabares. Y nada de hacerse un lado. Que los sueños son imperativos. Y hace uno lo que menos se imagina. Volar, por ejemplo. Si se diera el caso, que parece imposible llegue el sueño. Hay lugares comunes. Como eso de escuchar un sax, Debussy o contar borregos. Ni eso funciona, cuando el mar interno es tempestuoso. Me dicen de Miami. Yo digo que La Habana. La cantante Inés. Y Juana. Y he dormido placidez. Ni me acuerdo de las piedras que se lanzan. Con el fin de acabar. Digamos las del Muro de Berlín. Adiós ideologías. El fin de la historia, dijeron. Como si todo fuera sencillo. Se barre de arriba abajo. Hoy lo comprobé. El tanto polvo. ¿Quiénes serían? Decía del comercio con las piedras del Muro. Mas me basta mi almohada. Estamos hechos de silencios. Y somos solo las palabras que decimos o escribimos. Instrucciones. Doblar la ropa. Acomodar los libros. Escribir. De que viene el sueño...

Me le he perdido al unicornio

Me le he perdido al unicornio. Porque no me dijo de sus fines, sueños, metas y objetivos. La juventud, como la vida misma, es un asunto que resuelve el tiempo. La vida pasa. El tiempo se va. Porque llegó el momento de la sonrisa permanente. La muerte es una andarina incansable.  Usufructuamos su nombre y datos. Manzana referida al rostro. Estamos sin estar. Y corre el viento desaforado. Se estrella con la ladera rimbombante. La fama. La vanidad. El ego. Héme aquí contando cuentos infantiles. Historia con prejuicios sobre el tiempo. Repitiendo hasta el cansancio viene el lobo. Cuando el grito mismo es un aullido. Del unicornio hay leves referencias. Que se asoma a las ventanas. Su cuerno de añil lo usa como caña de pescar.

Mi unicornio se perdió

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Saludos!!! Buenas noches. Si se escribe o no, la vida no se va. Se dedica uno a otras cosas. Provechosas, sí. Lo mismo si se ama o no, la vida tampoco se va. El tiempo es indiferente. Pero hay rendijas en el alma. Y se cuelan ideas por escribir. Sentimientos. Palabras salidas de la colmena. Salidas del espacio entre lo pétalos. Del agua o del viento. Hoy quise escribir algo. Y me fui de bruces. Escuché canciones. Puse límite a mi mirada. Y bebí un vaso de agua simple, fresca. El tiempo no hace turno. se va de largo. Y nosotros pensamos tiempo. Y a veces vienen palabras. Nada pasa si escribo o no. Un triángulo en la radio. Quise escribir algo. Y a veces sí. Mi unicornio desteñido ayer se me perdió. No era azul. Perdón, Silvio. Cada quien tiene en la imaginación el unicornio que se merece. Blue jeans. Acaso. Saludos!!! .

Luna de miel

La recepcionista del hotel hizo todo el trámite. Datos. Fotos. Identificaciones, firmas. Garantía. Acostumbrada a eso, lo hacía con elegancia. En su clase de psicología universitaria, tenía siempre tareas relacionadas con reacciones, risas, gestos, reacciones, etc. Y hacía sus anotaciones, propias entre literatura y ciencia. Era su pan y motivo diario: observar, elucubrar con visos de acierto, elaboraba hipótesis. Por ética nunca anotaba nombres De vez en vez ha cía una pregunta como si al caso. Y siempre su palabra acompañada de una sonrisa amplia, casi franca: bienvenidos. Al fin, terminando el protocolo de entrada y registro, y al verla hacer las respectivas y sabidas anotaciones, su ayudante le dice "no se les ve felices en su luna de miel". Y ella, sin dudarlo. responde. "No siempre viajan las parejas por ese motivo. Y si el caso fuera las lunas de miel no siempre son para ser felices. Muchas veces son para cumplir, pagar y sellar pactos, acuerdos, 

Rosas de sal

Vamos, dije. Y fuimos. A la orilla de la playa, contra toda lógica elemental sembramos un rosal. Sin muchos argumentos. Solo la intuición de hacer algo parecido a la imposible. Era bueno el señuelo. Andábamos con el coraje de hacer las cosas diferentes. Todos reían. Locos esos por inventar el agua tibia. Y dimos calor al rosal. Un poco de arena le juntamos. Y una sombrilla rota para que le dejara entrar unos rayos de sol. Y unos clavos enterrados, para la buena suerte. La cercamos con madera. Y esperamos pacientes sus nuevas hojas. Y llegaron. Como la esperanza con paciencia bien fundada. Y aparecieron los botones. Y luego abrieron poco a poco. Unas bellas hermosas rosas de sal. Desde entonces todos quedan admirados. Y otros más. Con terrones de miel y azúcar. Rosas en el mar, quién lo diría. Y ahora sí, a despertar.

La aguja del pajar

Buscar aguja en un pajar, como querer encontrar las rosas de Aute en el mar. La utopía radiante que se aleja conforme nos acercamos. Escudriñe paja a paja en el pajar. Y nunca habrá manera de encontrarla. El amor se termina en un instante al que nombran felicidad. Aún la eternidad se presiente en la promesa. Los dados han sido echados, el destino. La prodigiosa manera de esperar la luz repartida. El polvo de estrellas en la mirada. El amor es lo que falta cuando está. Mirar todo en la normalidad: el brillo, los buenos modales, la sonrisa plena, la carcajada, la llama en su fulgor, el agua transparente, la lluvia de oro o de estrellas. Mas termina sin la palabra fin, como una espera paciente que regrese el tren de vuelta. La orquídea destaca en la floresta. En la penumbra se asoma la luciérnaga. Pero es la oscuridad rotunda, donde la luciérnaga es el centro de la dicha. Decía, cuando ya no está. Al amor me refería. Todo es azul como de negro. Se cierran abruptas las cortinas. El viento ...

Peculiar el dìa

Peculiar el día. Quizá por ser viernes. Calor como de costumbre. Y nostalgia por los árboles de la infancia, libros leídos, caminos recorridos, miradas soñadas, sueños realizados. Viernes para levantar banderas de paciencia y alegría. Para recomenzar el fin de semana. Un podium. Un abrazo. Una carta enviada. Otra recibida.  Peculiar el viernes. Es de tarde. El café con pan se repitió hace unas horas. Taza de Serrat. Recuerdo del concierto. Ha llegado abril. Las flores en su punto. Y el comején haciendo su trabajo. Rutina de los días. Como apocalipsis del buen sentido. Albatros ebrio en la carretera. Camino a casa. Hemos encontrado razones suficientes. Para sonreír. Estar serios. Decir nuestras palabras. Seguimos con esperanza. El libro nos espera. Transparente el agua. Fervor de los días.