Para dormir

Para dormir basta mi almohada. Un libro por si en el sueño me da por leer. Suele suceder. Una vez hice malabares. Y nada de hacerse un lado. Que los sueños son imperativos. Y hace uno lo que menos se imagina. Volar, por ejemplo. Si se diera el caso, que parece imposible llegue el sueño. Hay lugares comunes. Como eso de escuchar un sax, Debussy o contar borregos. Ni eso funciona, cuando el mar interno es tempestuoso. Me dicen de Miami. Yo digo que La Habana. La cantante Inés. Y Juana. Y he dormido placidez. Ni me acuerdo de las piedras que se lanzan. Con el fin de acabar. Digamos las del Muro de Berlín. Adiós ideologías. El fin de la historia, dijeron. Como si todo fuera sencillo. Se barre de arriba abajo. Hoy lo comprobé. El tanto polvo. ¿Quiénes serían? Decía del comercio con las piedras del Muro. Mas me basta mi almohada. Estamos hechos de silencios. Y somos solo las palabras que decimos o escribimos. Instrucciones. Doblar la ropa. Acomodar los libros. Escribir. De que viene el sueño, viene. Buenas noches. Dadme el tiempo, en lugar de la hora. Para dormir.

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