Bruno Tres Patines

Bruno le prometió el paraíso terrenal a mi amigo peruano: "una chica de las del baile, amiga mía, soñadora, artista, subirá a tu habitación a las 11 de la noche, materializando tus bellos anhelos de búsqueda". Dijo que era trabajador con diez años de antigüedad  en el hotel, como instructor y guía de surfings. Que podíamos ir gratis al día siguiente a la playa con él y surfear en Cayo Blanco. Que no podía tomar cerveza en el lobby, "porque hay cámaras y puedo perder mi trabajo".
Tomó café y, como a escondidas, una copa de ron Havana club 7 años. Planteó la tarifa en cincuenta CUCs (pesos cubanos convertibles), que incluye a  la muchacha artista bailarina del espectáculo que presenta "nuestro" hotel Habana Riviera, además del pago al oficial de guardia para el permiso a la chica de subir a la habitación.
Mi amigo pagó a escondidas la tarifa y subió a las 10:30 de la noche, loco de contento, con la imaginación desplegada para cantar con la piel y el alma cubana bajo las sábanas, acompañado con un mojito y una música de fondo.
Nada de eso. Nadie llegó a pesar de que esperó hasta las 5 de la mañana.
De Bruno, ni sus luces.

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