De viejo

Mucho de lo viejo tiene la majestad de lo nuevo. Es la vuelta de siempre, como en la noria. ¿Qué hay luego? Batallar entendiendo el tiempo, transcurrir apenas comprendiendo algunas claves inocentes. Yo andaba por allí de tu mano, por calles, veredas y caminos sinuosos. Y estaba un letrero luminoso: Pase. Y no lo pensamos. Era una señal del azar, para encontrarle motivos al día. Libros, disquillos, alhajeros, maletas, un ajedrez de madera, un gato disecado, una muñeca rusa, una maquinita rosa, para nieve y de palomas, un busto de Lenin, un cuadro del Primer desayuno y La última cena . Yo caminaba despierto, con miedo al pasado, atento a las señales de mi edad. Al fin decidimos los discos para traer los fantasmas amigos en notas de armonía. Luego relajados volvimos al presente.

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