Taco

Pedí tacos de ojo. Me preguntaron que si de buey o humano. Escogí de buey. Los de humano son ojos de miedo que han visto guerras, traiciones y genocidios. Me sirvieron al instante un ojo de buey, hermoso, brillante, acompañado de pasto verde como guarnición. Pude ver rápido a través del ojo vacuno de los hermosos campos en primavera y verano, con un verdor propio de paraíso. Estaba en eso cuando le di la primer mordida al taco, sobretodo en la parte de tortilla y yerba, aún no de ojo. Y sentí al instante que este hubo de retraerse unos milímetros, suficientes para escapar de la tarascada. Me asomé a esa parte del taco donde ya se alcanzaba a ver el ojo, refulgente. Miré y me miraba asombrado, tierno, asomado como a un orificio de puerta. Desperté con hambre.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam