De marcianos

Mi sueño fue en baratas. Tiendas inicuas de baratijas. Mercancías de segunda o tercera mano: ropa, discos, libros, máquinas de escribir y autos. Yo recorría esas tiendas con afán de encontrar cartas afines, recados en las bolsas de las camisas, monedas extranjeras. Nunca vi sonrisas, alegría de la gente en los recorridos. Nunca escuché palabras de aliciente intención. En la entrada decía: los marcianos no han llegado aún.

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