Fieles
Fiel difunto camina por las calles y entra a la taberna de la esquina. Llora solitario. Canta alegre. No hay diferencias entre uno y otro; es el mismo. Una buena tarde de otoño o primavera, cesó. Algarabados y dolientes le rodearon. Lo envolvieron en papel periódico y lo incineraron. Al día siguiente renació en un renacuajo que subió a la silla de ruedas y se fue a su trabajo rutinario. Al regresar por la tarde nadie le dijo nada. Sintieron que había sido un sueño. Él no recuerda nada. No necesita recordar. Es el mismo fiel difunto que sueña con la vida.
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