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Mostrando entradas de junio, 2019

Lluvia y truenos en domingo

Tormenta. Lluvia y truenos en domingo. Añoranzas. Recuerdo que mi madre Leonor lo tomaba con calma. O simulaba eso. La lluvia entraba a la casa en goteras. Techo de  zinc y cartón. Y luego entraba por el patio. Este era de más bajo nivel de las casas de alrededor. Y nos llovía hasta el alma. Los huesos. Al pasar la lluvia teníamos que sacarla con cubetas. Y le decíamos a mi madre Leonor. "no debería llover". Ella respondía serena: la lluvia es buena y necesaria. Hace que crezcan los cultivos en el campo.

Es domingo y llueve

Es domingo de tarde y llueve. A punto de entrar la noche. Toda la nostalgia se acumula en tardes grises como esta. Como el alfiler que desinfla el globo de la felicidad. Recuerdas libros y canciones. Miradas y sonrisas. Cartas. Mensajes. Alguna película con manos entrelazadas y palomitas. Parques. Lluvia. Caminatas. Es domingo. A punto de entrar la noche. Y llueve. Cae la lluvia indiferente. Bien por los dados de la vida. Doble seis. La abundancia es también nuestro derecho. Hay una afán por conocerlo todo. Un afán pasivo por la indiferencia total. Y entre uno y otro se vive. Llueve. El sol mortecino se despide. La esperanza del mañana siempre está vigente. La añoranza es la memoria viva que recuerda el paso del tiempo.

Segundo D

Son como animales. Unas bestias. Así dicen que les decían sus maestros. Varios de ellos. No entendían la razón por la que fueron confinados dos años en una bodega. Grupo D de telesecundaria. No A. No B ni C. Los de más baja calificación. Los indisciplinados. En promedio, de la más baja estatura.. Por lo tanto los de familias más pobres o disfuncuonales. Ni al caso viene sobre esa razón o acuerdo. Yo los conocí como su nuevo maestro a partir de enero. De entrada, ellos en silencio. Les digo que me dijeron que eran el mejor grupo de los segundos grado. Muchos de ellos se rieron abiertamente. ¿Que? ¿Me dijeron mentiras? Si no son los mejores, ¿lo quieren llegar a ser?, les pregunté.

Encuentros

Albatros. La hora de la tarde. Como viaje de tren y miras por la ventana vida y tiempo. Vas hacia no sabes dónde. Atrás queda el presente. De una manera tan rápida. El albatros camina torpe. Ebrio. Miras el aprecio por los colores. Todo en vértigo va quedando atrás. El tren va. O viene. Qué más da. La tarde se escapa. Otra más. Y otra. Como el vendedor de cobijas en la feria. Como el caramelo del niño se acaba. El dulzor, los momentos. En la esquina esperan en silencio. ¿Me da la hora? Nadie. Albatros.

Manantial

Donde abrevas, se ha agotado. El manantial aquel. A donde con frecuencia ibas. A por sonrisas. Agua fresca, cristalina. Se agotó. Apenas. Muy apenas. Agua con sal. Y eso que remas. Sed. Añoranza por lo que fue. Aquella voz. Canciones. Aquella vez. El manantial no más.

Guardo la pata de conejo

Guardo la pata de conejo. La suerte no es casualidad. La brujula rota apunta al sur. Y delfos predice la dicha. Por eso la pata guardo. A que ayude en alinear los astros. Y todo cuadre. Se den las circunstancias. Amanece. Y la suerte de vivir. Es algarabía por esos detalles. El brillo en la mirada. Sueños guardados en un cajón por abrir. El nuevo día, una pata de conejo en el bolsillo. Y el recuerdo miel. Y un libro.

Declaración de guerra

Aquí. Declaración de guerra. No hay más, donde hubo. De hojas secas. Y barcos de papel. Lanzo misiles de palabras tibias. Para que te defiendas. Con argumentos válidos, sólidos. Alguna metáfora. Es la vida, lucha aérea y terrena. Sin diplomacia plenipotenciaria. Solo versos. Misiles. La mirada es escudo que detiene todo. Adelante infantes de la patria. Lady Madona. Por si se ofrece en la guerra de destinos. Yo ofrendo Morir de amor. Con Charles Aznavour. Aténganse a las consecuencias.

Si una estrella

Si una estrella te manda un mensaje, léelo. Suele suceder. Que las bellas historias empiecen así. Como algo increíble. Lo mismo si es una carta. Hay palabras que vienen de otros confines. Hay que saber leer. La imaginación es poderosa. Viene más atrás de las cavernas. Y va más allá de las estrellas. Años luz de viaje de la señal de lo que no existe más. Si una estrella te guiña. Es otra cosa. Pero asimismo lee.

Del Dalai

Se dice que su Excelencia, El Dalai Lama, impartió una conferencia hace años sobre las condiciones del Tíbet, y la lucha por su independencia. Al final, sesión de preguntas y respuestas. Una señora de la high (fifí) levantó la mano y preguntó:' ¿y cómo podemos ayudarle a usted a hacer la independencia del Tíbet? Yo quiero ayudar. El Dalai, fastidiado de las tantas veces y en todas partes que le hacen la misma pregunta, le responde: señora mía, resuelva los problemas de su casa, luego los de su barrio y colonia, luego los de su ciudad y estado, luego los de su país y algún día llegará hasta el Tíbet a ayudarnos.

Hay hombres y mujeres

Hay hombres y mujeres que lustran la existencia. Su paso no fue vano. Ni banal. Son los que amaron a pesares. A raudales. Amaron hasta darse completos por una causa. Un cauce. Una mirada. Son los que sonrieron en los momentos difíciles. Y nada amargo quedó en su ser. Los que no dijeron no cuando otros se rendían. Los que siguieron a pesar del coro que gritaba eso es imposible. Los que no pensaron en oro en su dentadura. Los que amaron la palabra. El camino. Los que sermondaron con ejemplo. Esos hombres y mujeres tienen ya su memorial en la vida. No de piedra o mármol. Sino de recuerdos gratos.

Y entonces tardas

Y entonces tardas. Las palabras quedan detenidas hasta otra oportunidad. Hasta la muerte del último judío. Quizás. Y el tiempo parece detenerse. Las nubes a punto de la lluvia. Las lágrimas detenidas. Las hojas secas. No hayas explicaciones. Tardar es jugar con cartas marcadas. Con el as bajo la manga. Come chocolate. Si es abril estamos en sueños y en Lisboa.

Amanece

Os me aborda el amanecer. Y por tanto yo doy gracias a la vida. Hay canto de pájaros y mucha luz.

Sucede (2)

Sucede el tiempo. Las palabras. La mirada. La vida es un devenir perpetuo del presente. Los pasos. Los reclamos. El amor. Más detalles al margen. Sucede la historia mínima de las cosas. Los colores son luz. Sucede la belleza. Ha pasado el autobús. Las cartas van sin destino, escritas con agua. El dulce encanto de la sencillez. Sucede un café. La mirada queda colgada en el horizonte. Hay historias guardadas. Historias blancas. De esperanza. De las que siguieron un guión cifrado. Hay historias que se sueñan. Y suceden en el devenir. Un ojo nada es sin la señal correspondiente. Buenas tardes. Viernes.

Minimalista

El orden del universo radica en lo mínimo. Un grano de arena. De polvo. La burbuja de jabón. La letra que evoca boca. El reiterado picoteo del pájaro carpintero. Todo adorno tiene un límite. El encaje sea leve. La vida y los textos breves. Me he excedido. Perdón..

Sucede

Sucede. Van sucediendo. El tiempo, la vida. Como un fluir de agua corriente. Los sueños cabalgan hacia el frente y para nada vuelven. Del botón a flor. De esta al suelo. El pólen se alza. Y hace tornar la esperanza de vida, en la nueva vida. Sucede. La canción mudó con alas rumbo a la montaña. La estancia donde nadie pernocta. Y a la  espera sucumbe lánguida la esperanza. Guardada bajo la piedra. Y hecha trizas apenas respira en el nuevo tiempo. Hemos olvidado el color. La risa. Buen día. Sucede hoy el tiempo del mañana. Y nos raudo queda atrás, mientras esperamos. No se sabe qué, decimos vago: la buena nueva. La espera de los bárbaros. No bardos. Sucede en todo pronombre. En el yo. Nosotros. Y los otros.

Noches y días perdidos

UN aluvión. La historia se repite. Entre los tantos vacíos. De no saber lo que sucede. Entre una y otra ciudad, una y otra isla, lo mismo entre personas. Nada al fin importa. El tiempo es nuestro por breves instantes del universo. Sin sueños. Ni esperanza. Toda la vida en la caverna. Dibujando caricaturas en las paredes. Se pierde el hombre en su tristeza del no saber qué pasa. O peor, sin interesarse. Se pierde por el afán de avanzar sin rumbo. Por no encontrar lo que le falta. Si nada le falta. Utopía es el café bar de la esquina. Donde se sueña y arregla el mundo.

Días perdidos

Porque el embelezo no dura. O más bien dura mucho menos que lo eterno. Porque los sueños que tuvimos se materializaron en egos. Perdimos el sentido de la vida extraviados en el tiempo. Los sueños esplendentes fueron humo. La vida misma en su ritual de polvo. Los días se pierden si soñamos en ser alguien. Porque ya lo somos. Y perdemos el sentido. La nada siempre fue nuestra realidad. El polvo. La vida fue un sueño. Aspiramos a ser nada porque ese es el destino, la nada, el todo. Los días se pierden en lo vacío del cerebro . Los días se pierden si nada. Si todo. Los días perdidos están en un río que más no existe.

Noches perdidas

Sean 500 o 10, las noches perdidas son fracasos del alma. Si no sueñas. Si antes de dormir no albergas ilusiones en tu pecho. Si no aparece leve sonrisa al recordar los amorosos versos. Si no te clavas en hojas de libro esperanzado. Si no pasas tus dedos suaves en partes canela de tu cuerpo. Las noches se pierden si solo y solamente duermes.

Días asi

Días así. De sopor. De cuando el viento se queda detenido. De cuando calor se mete por la pupila y llega hasta el cerebro. Días en los que ni si, ni no. Ni quizá. Ni tal vez. Donde la noria es todo lo existente aún con la esperanza del agua fresca, cristalina. Días en los que el tiempo es un pantano cienegoso. Y el cielo una largo manto que no cobija. Hay días en los que la historia es un conjunto de cuentos de ficción. Que importa si sucedieron hechos o no. Un dios en lo alto inventó la trama. Humo. Polvo de vidrio. Saudade. Apenas días donde nace de nuevo el hombre. Desde el origen. Cuatro patas. Sonidos guturales. Y la caverna. Días de otros días.

Éramos

Éramos, sí, siempre, los de entonces. Los de aquellas veces, de aquellas voces. Que nos quedábamos viendo hasta a ver quien pierde sin cerrar los ojos. Tuvimos el principio, conociéndonos. Y supimos que el final nuestro sería como la muerte. Sin saber fecha. Ni lugar. Y así seguimos entre soles y sales. Entre lunas con luciérnagas. Y sonrisas de principios del mundo. Éramos, sí. Y el presente fue aquí y ahora,  y al instante se iba. Engañoso, socarrón. Y caminamos donde no había camino. Peregrinos. Nos abrimos paso, con garra. Y cada generación puso su marca de identidad. Nosotros, máscaras intercambiables, ritos, mitos. Cada día la flor se hacía presente. Y la ignoramos. Fuimos. Sí. Y mientras tanto seguimos siendo.  

Historias conocidas: Homenaje a Miguel López Cervera

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Homenaje a Miguel Lopez Cervera

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Como un Quijote cargado de palabras y notas musicales, atraído por el exuberante clima, y lo refulgente y fresco del verde, del Sureste de México,, llego Miguel Lopez Cervera a Cunduacán Tabasco en los años 80s. Y este 14 de junio de 2019 falleció. Y lo hizo de una manera tranquila. Como dormido. En esa lapso de su llegada y despedida, realizó un conjunto de actividades culturales que dejaron honda huella en el Municipio conocido como La Atenas, de Tabasco. Dio clases de música en la Casa de la Cultura Antonio de Dios Guarda, coordinó un taller literario y sobretodo, motivó a muchos jóvenes y a otros no tan jóvenes  a que incursionaran en las actividades artísticas. El viernes  se veló su cuerpo en su casa. Y el sábado se le dio sepultura en el panteón de ese municipio. El viernes tarde noche se congregaron familiares, vecinos y ex alumnos en su domicilio. Y se le efectuó un homenaje con palabras, emociones y música. Ese fue su deseo. El guitarrista maestro Heber. Manuela y Jes’us

Para Miguel Lopez Cervera

Miguel Lopez Cervera ha muerto hoy Su cuerpo en féretro esta allí sin él Lo que fue no esta más Ha emprendido el vuelo Lo emprendió desde antes, mucho antes, cuando vio un destello para llegar a ti Y voló como se debe volar Miguel Lopez Cervera ha muerto hoy Y le acompañamos. Y cómo no si él se dio todo, no pidió nada. Dio su vida y conocimiento. Para alertar sobre la vida Para poder disfrutar. Por conocer Por entender. Por buscar el ser.

Decisiones

Mi decisión es no olvidar. Ni nunca. La vida nuestra. La propia. Es la suma de lo vivido. Y son ahora recuerdos. Olvidar es negarse. Negar el pasado es voltear la cara a uno mismo. Dejar de ser. Abandonarse. Recordar es valorar lo vivido como necesario. Como destino inefable. Recordar no es volver a vivir. Es volver a vibrar. Con lo simple. Con lo pequeño. Lo sencillo. Por eso no olvidar. Ni lo bueno ni lo malo. Amalgama de un todo. Lo que fuimos y somos. Todos los que nos anteceden en linea de sangre. Tuvieron que pasar vicisitudes, y soñar. Aún en la condición de precariedad o buenaventura. No olvidar es seguir erguidos, frente en alto. Y sonreír. Sí y siempre.

Mar de lo posible

Una palabra y otra es mar de lo posible. Como juntar un grano de arena con otro de un muy distante de otra playa. O un átomo de un confín a otro. Mar. Así el hombre en su paso teje con material de un lado a otro. De un punto norte a sur. Sentidos opuestos. Cita en la geografía o tiempo. Años luz de no ver la estrella. Años flor de no tocar la luz. Mar de lo posible el encanto de quimera. Guiño de sirena. Un canto de pájaros de hace mil años, que es el mismo hoy. Mar de lo posible las distintas versiones de miradas que se cruzan indiferentes. Y tanto mar también y a pesar para encontrarnos 

He recibido una carta

He recibido una carta. Como no sucedía hace más de cien años. Una carta con mi nombre y dirección como destinatario. Cuyos orígenes ignoro. De la carta. Apenas ayer llegó el cartero: tantas cartas por las tantas gracias, dice. Y gracias, le respondo. Mas son cartas de la usura internacional. Como conjura contra el bienestar humano. Entre ellas, una carta. Con olor a perfume. Y pétalo de flor. Una carta donde me sugieren que respire, mire. Haga acrobacias. Una carta donde plantean armisticio. El cartero finge demencia. Una carta prehistórica, me dice burlón.

Me distraigo fácilmente

Brinco. Quizá por eso me distraigo fácilmente. Diga el significado de metáfora. De rima. Las capitales de los países del mundo. Y trato de recordar una a una. La Habana, de Cuba. Washington, de Estados Unidos. Me distraigo fácilmente. Me meto al río de Demócrito. Y al instante es otro. Luego salgo y bailo en un solo pie. O tomo la lámpara y la enciendo de día. Nadie me entiende. Me distraigo pensando en la utopía. El hambre de los perros. La guitarra con cuerda rota. Brinco. Busco la rosa. O nenúfar. Tu flor. Busco un espejo para reconocerme erguido. Tomo café. Y sueño. He recibido ayer una carta. Y empezar de nuevo. La propuesta.

Hoy voy a la ciudad

Hoy voy a la ciudad. Un camino soso. Polvo. A mi paso miro degradado cada vez más al hombre. Aullidos, gemidos, gritos. El aquí y ahora del consumo y el lucro. Las prisas. El concreto. Calles oscuras, aún de día. Páramo sin árboles. Desierto de valores. La ciudad es la antesala del holocausto. Es el apartheid crudo. Carne magra, lacerada. Mirada lánguida. Látigos. Lujuria por oro. Muro de lamentos. La ciudad es una incubadora de huevos de serpiente. La esperanza en calabozo. La utopía amenazada. Hoy voy a la ciudad. Porque es un rito en el peregrinaje de la vida. Voy de ida y vuelta. Compra de víveres. Algún libro como estampa de colección que falta. Voy a la ciudad. Mil veces arrepentido. La ciudad  es solo, y apenas, espejismos. Muestra de la derrota del ser humano. De lo efímero, además.

El alba

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Ayer fui al bosque

Ayer fui al bosque. Hoy estoy de vuelta. Allí se respira aire fresco. Es una fiesta a la mirada el extenso verde. Uno trae del bosque el canto de los pájaros. Esperanza alimentada para el cambio. Y agua para refrescar el concreto de las plazas y regar los árboles. Trae uno historias de siembra y de cosecha. Los duendes cuentan plácidos cuentos para entretenernos. La noche es adornada por luna y estrellas. Y cantamos. Voy al bosque y regreso a esta ciudad que nos come en prisas y ansias. El concreto gana lugar a la hierba y árboles. Y se expande como plaga de materia. Vierten a los ríos los plásticos y las heces. Todo es tan estúpido. Por eso estando en la ciudad siento nostalgia por el bosque. Y el domingo próximo vuelvo. Toma silicona, dice el anuncio publicitario. Por Dios.

Dudas

Los de las certezas son ustedes. Yo soy el de las dudas. Nada me convence. Todo lo escudriño. Esas verdades les tomo por el cuello hasta que se desnuda la mentira. Dudo de mi, de ti, de todos. La tierra no puede ser redonda. 

La luna

La miro. Y la miramos tantos. Como hacer un recuento. De aquellas ocasiones. de cuando era un punto al frente la mirada. Nunca el tiempo pasado vuelve. No importa. El futuro es una falacia agradable.

A veces tardo en despertarme

A veces tardo en despertarme. El sueño es todo lo que tengo. Viajo. Amo. Leo. Me suceden cosas reales o absurdas. La vida es un pleonasmo. Reencuentro cartera piel de serpiente y con muchos billetes. Tarjetas de crédito a mi nombre. Un vale por café y sándwich. El sueño se va de largo. Mis pies tienen dirección hacia atrás. Levito hasta los pisos altos de viejos edificios. Ventanas abiertas. Me asomo. Y entro. Otras ando desnudo. Y la pena de caminar entre la gente a la que soy indiferente.  A veces me despierto en el sueño y entro a otro sueño. Entonces me levanto. Me baño. Me cepillo los dientes. Me visto. Desayuno. Y salgo hacia otro sueño.  El trabajo. Por cierto, en el sueño a veces te encuentro, Patria, madre.

Es domingo

Es domingo y he salido al bosque. No me busquéis ahora. Voy paso a paso camino a la estación. Tomar el tren y llegar al bosque. Allí radican los sueños. Los cuentos. Allí me esperan Caperucita y un lobo viejo. Hormigas jóvenes. Catarinas pintadas por orfebres. Moscas sedientas. Salamandras alegres. Y el viento. Allí me esperan los altos árboles. Las hojas de hierba de Whitman. Una dama encantada. Un pozo de agua. Y todos los cuentos del mundo. Allí todo es un espejo. Me miro árbol. Me miro horizonte. Nube. Canto de pájaros. No me busquéis. Mañana vuelvo.

Me gusta cuando café

Me gusta cuando café. Porque hay historias que se cuentan con la mirada. Las palabras vienen bien. Y la mano tiene imán. Cuando café es magia. Por el pan. Por la delicia de existir. Por los tantos nombres que se nombran. O no. De los tantos temas. Que el café se acaba y pedimos otro. Y el último y nos vamos. Componemos un poco el mundo. Y dejamos señales de alerta. Me gusta cuando café. Porque el mundo es perfecto y es nuestro. Nuestro mundo es esa mesa. Esas Sillas. El azúcar que ponemos al café. Ese pan que degustamos. Y esa mirada que va y viene al encontrarse. Un café es el principio y final de toda historia que merezca ser contada. Y fue en un café. Cuenta la historia.

Viene el tiempo bien

Viene el tiempo bien. De frutas y humedad. Bien para ti. Para todos. Para quienes hemos recorrido el tiempo. De tramo en tramo. En relevos o solitario. El camino ha sido sinuoso, con polvo. Mas nos hemos encontrado. Y esa es la mejor ganancia. Saldo a favor.

A veces

A veces. Vienes. Vas. En los sueños. La manera de Dios. De dos. Circunstancias para que el olvido se aleje. Y es entonces que el recuerdo queda fijo como un monumento a lo humano. Las imágenes reverberan siempre. Y da la sensación firme de no haber vivido en vano.

Me gusta cuando viernes

Me gusta cuando viernes. Cuando vienes. Cuando parabienes. Entretienes. Sucede que no espero. Llama la flama, el fulgor, la luz. Me basta chispa para incendio. Me gusta cuando sucede. Los astros se alinean y buscan otro plan. Me gusta cuando viernes porque se presagia lluvia. Y vuelves. Y vuelves.

20 años es nada

Si veinte años es nada, cuarenta son veinte, que son nada Brillante y entusiasta siempre, el grupo C de la Generación 75-79, de la Escuela Normal, Lic. J. Guadalupe Mainero, de Matamoros, Tamaulipas, se reunió el pasado 31 de mayo para celebrar como fiesta vital el cumplir cuarenta años como parte  de los egresados de dicha institución, noble y generosa. Meses antes empezaron  los preparativos, liderados por el grupo de compañeros Cristóbal Maldonado, Roberto Martinez, Guadalupe Paz, Arcelia López Tamayo y otros que se sumaban en las reuniones de café. Excelente el programa: misa de agradecimiento, desayuno, evento oficial en la escuela Normal, y comida con karaoke y risas. En esta última actividad, sorprendieron varios compañeros que son profesionales del karaoke. En la misa, por parte del sacerdote, emotivas palabras que convocan la nostalgia, que mantienen ese lazo afectivo que la distancia ni el tiempo separan. Recordamos tres ausencias, y amamos la presencia de algunos compañ

Me gusta cuando carnes

Me gusta cuando carnes porque está para bisteces. Mientras busco leña para hacer lumbre, atizo para que sea pronto. Cuando carnes el hambre hace la visita. Sabe que la sacia es certidumbre. Carnes son delicia si le agregas sales y pimienta. Y se siente en el ambiente como de fiesta. La carne sube a la parrilla y parece que hace dieta. Y tira líquidos y grasa. Y eres tú. Somos nosotros. Otros. La mirada brilla. Y nos comemos unos a otros.

Me gusta cuando utopía

Me gusta cuando utopía. Porque nada es imposible. Los sueños se alimentan con galletas de animalito. Cuando utopía la fuerza y la sonrisa se multiplican. Se mira lejos y alto. Trasciende el hombre en su condición de naturaleza. Verdaderamente erguido, soñador. Me gusta cuando utopía porque camino. Y el viento me acaricia. Son dos fuentrs de luz. Nuestras. Alli radica el verdadero amor. Es nuestro punto de reunión. Cuando utopía, alas, anhelo.

Me gusta cuando hojas

Me gusta cuando hojas. Por ser espacio reservado a las lineas y palabras  Por todas las historias que se sueñan. Caen las hojas. Y el viento las arrastra. Sin rumbo definido. Vendaval de la casualidad. Cuando hojas es que todo estalla en el instante. Esa mirada. La luz de la estrella en la distancia. Que a ti llega. Velero fugaz de la vida. Con hojas siempre es seguro el viaje. La palabra escrita tiene deuda. Con la hoja blanca y la hoja seca. Cada una con historia que contar.

Me gusta cuando 🌸 flores

Me gusta cuando flores. Porque aroman los días. Porque son abrazos y sonrisas. Palabras en verso. Es lluvia de colores. Fiesta de las sentidos. Así de sencillo y simple. La flor emerge y sin miradas. En valle. O desierto. Pantano. Sea nenúfares o rosas. Cuando flores brilla el sol. La luna se ve distinta. Un mar de flores surcan el horizonte. Viajan para verte. Tu flor nenúfar.