Isaías se dormía mucho en clase. A la hora del recreo se quedaba en el salón, recostado en el pupitre. Estaba en 2o. grado de telesecundaria. Él era de la R/a. Pastal. La escuela se ubica en Chicozapote, Nacajuca. A 20 minutos de la capital. El caso es que dejó de llegar. Y luego estuvo internado por tuberculosis por varios días. Le dieron de alta. Y semanas después recayó y lo volvieron a internar. Era 1995. Roberto Madrazo anunciaba que éramos de los primeros estados en atención a la Salud pública. Lo que quiero contar es del agradecimiento. Dos de sus primos llegaron a avisarme a la escuela que había fallecido y que les ayudara a sacar el cuerpo del Hospital Rovirosa. Fui con ellos e hicimos el trámite. "No tenemos para la caja y el traslado", me dijeron. Los llevé al DIF, y los atendieron bien. Les dieron ataúd y traslado a su casa, donde lo velarían. Me enteré que su papá y mamá, así como sus hermanos habían muerto en un lapso de 10 años. De lo mismo, tuberculosis, enfermedad de la pobreza extrema. Fuimos al velatorio del DIF para hacer el trámite. Salieron ellos y me dijeron -yo los esperaba afuera- que les pedían 200 pesos para la gasolina. Y me los pedían prestados. Se los di. Y se hizo lo requerido. Llevaron el cadáver a su casa. A la semana murió el tío de Isaías. De lo mismo. Yo casi había olvidado el caso. No esperaba me devolvieran los 200 pesos prestados. Y como a los 3 meses llegaron los dos primos de Isaías, en bicicleta. Pensé de otra mala noticia. Y no. Llevaban los 200 pesos. No se los quería aceptar. Pero insistieron.  En fin, que muchas veces las personas más humildes, son las de más valores de casa.  

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