La soledad tan sola

La soledad tan sola. Con un silencio atroz. La nada alrededor y en giro permanente. La vuelta al mundo. El halo de luz. Las células en búsqueda. Imán de la sabiduría. Experimento permanente de Dios. La alquimia poderosa de todos los tiempos. El porvenir unido al pasado. Las contradicciones. La ética del ser. La prueba. La soledad vertiginosa en vorágine. Crisol de vida y muerte. Anulaos ante la persistente gota de agua. La piedra cede.
De pronto la barbarie. Los aullidos. Los gritos todos. El aluvión de miradas con fuego. La caverna iluminada. Inservibles las enseñanzas de los libros. La libertad acorralada. El sueño terrenal. El animal erguido. La caravana de la civilización retrocediendo. Entre la frontera del grito y los sonidos guturales. Las campanas a repique. Las voces todas unidos en la plegaria de muerte. El baile de la muerte. Dos ojos miran los miles de ojos como piedras al rojo vivo. Dos ojos que pierden la noción del tiempo. La soledad más sola. De pronto la luz. Y el grito.
El hombre enfrenta a la bestia. La bestia no reconoce al hombre. No percibe señales de luz en la oscuridad. La caverna es el sitio de la espera. El hombre mira por el retrovisor y no encuentra los datos que necesita. Los pájaros negros le acechan. Tienen hambre ambos. Algunas palabras en distinto idioma. La soledad tan sola en ese instante. La oscuridad los cerca. En el encuentro no se miran los rostros. No tienen rostros. No tienen manos. Son cuerpos amorfos. La noción del tiempo se pierde.
Se escucha una ambulancia. La sirena se confunde con los aullidos de los perros. No hay nadie alrededor.
¿Es por aquí?, preguntan.
Aquí no ha pasado nada, señor.

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