A la muerte de un ángel
Cóctel de vidrio molido prefieren los deudos, arsénico doble, o cicuta, a cambio de la realidad fúnebre del presente. La muerte siempre nos acaricia, lleva la cuenta de nuestros días, se pone seria con nuestra salud, el amor y las sonrisas; sabe que su triunfo es inevitable, por eso es paciente. Un día de estos vamos a irnos. Por eso bebamos el aromático café, demos el beso del anhelo, pongámonos la camisa azul de terciopelo, el perfume que guardamos para las ocasiones especiales. Por mi parte venga la carta, quiero leer en ella la cicuta, los vidrios molidos. Listo estoy para ordenarlos. Anulemos a la muerte, démosle vida y salud.
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