La poesía

La poesía no está escriturada a nadie. Muchos se la adjudican en propiedad. Y en oropel fijan sus nombres.Y ha cedido ese espacio por descuido. Honrados muchos. Otros menos. Fluyen versos con chispas de soldar. Y otros afelpados con musgo húmedo por las mañanas. La poseía. Se poseían. Y saltaban chispas en el roce. Poseídos con muerte chiquita, acomodadas a nadie. No existía más en la penumbra. Que solo la luz del roce y las miradas. La poesía entró en cadáveres exquisitos. Las despedidas. Se metió por callejones oscuros. Y anduvo ilesa por un tiempo, soberbia generala. Y entró a bares de bohemia. Desnudos cuerpos y humo. La habían secuestrado para los altares y cenáculos. Clubes de golf. Y de poetas. Donde solo se leían entre ellos. Y se echaban flores en nobles sortilegios. Ditirambos para usted y para mí. A contracorriente. Obras completas, dijo, guardadas en polvo  receptivo. La poesía poseía. Y de esos encantos miles, aparecieron los suspiros. Eres tú. Yo, nosotros. A veces toco a su puerta. Y entreabre. Se asoma, zorra. Y vuelve a cerrarla. Insistamos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam