El ladrón es ladrón. Tanto en Roma como en América. O China. Dicen que dijo y repetía el poeta Catulo insistente en las tantas tertulias en su club. Aunque el fin justifica los medios, le responde Maquiavelo a la distancia del tiempo. Así se han saqueado las arcas de Roma. El ladrón sabe que lo es aunque no reconoce que es ladrón.  Lo justifica: no soy tonto, todos lo hacen. Así danzaban repletos de oro los cónsules y ministros. La historia de Roma nos enseña mucho. Dicen que Diógenes caminaba de día en Atenas con una lámpara encendida. Y le acosaban los que lo veían. Su respuesta: busco hombres honrados en Atenas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam