Anoche

A vagar, tan pronto dormí. Escurridizo trote entre luces y sombras. Navegué entre la sal y las piedras. Y di un salto de allí, hasta el pueblo con sus calles y casas rojas. Vagué entre coro de risotadas. Y palabras de Babel. Entre aplaudidores y quienes señalan con el dedo. Entre máscaras y almas muertas. Sofocado y cansado por tanta marisma y sargazos en la playa, me dispuse a dormir. Y todo empezó de nuevo. Sin punto final.

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