No es eso

Reposa ahora -Oh, malandrín- pero recuerda siempre. El daño a la libélula y todo por parecer entomólogo, lo que no eres. Esa vanidad, ese orgullo, ese sueño. Esa hulillación permanente como autoflagelo. Escribiré la declaración para presentarla ante el juez. Recuerdo todo ese andar descalzo como sonámbulo por calles de la ciudad, la barba larga y la mirada lánguida sin rumbo. Cada calle era ruta del destino. La banca del parque y frente a mí los perros galos del paseo. Sentarse y seguir mirando alrededor como si fuera a fijarme esas imágenes en la mente. Absurdo. No había prisa para el nuevo día o la noche. Era sacar el cuaderno de notas y escribir palabras al azar como globos, urracas, alacranes. Y luego hacer combinaciones a manera de llenar crucigramas, pero no, acá eran versos de ocasión sin o con rima al gusto del cliente por las monedas para el pan. Intercambio de favores. No es eso. Es que la vida se va y tratarnos de aferrarnos con uñas. En fin que nunca recibí la lección correcta de la vida. Esas frutas. Era siempre la razón el acomodo de los lentes para nitidizar las imágenes. (Corregir)

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