Rojo
Rojo tiene ojo. Entonces mira. Observa detenidamente. Escudriña. Y va a tu corazón. Presencia en la mirada. Y enciende llama. Que no acaba. Hasta verter una lagrima de júbilo en el jarro de la vida. Ojo de buey que nos mira. Ojo de saltimbanqui que tanto ha visto. Desde el yermo de Itaca. Hasta la pálida flor nocturna. Rojo no necesita cerillo para empezar incendios. Ni requiere la chispa. Es un envolver de magia. Con pasionaria. Y amen con amén. Desde la caverna primitiva o moderna. Que para el caso es lo mismo. Rojo el imán de lo inmediato. De lo efímero. La luciérnaga muestra el camino. Y el rojo sabe de lo que se habla. Y calla. Porque incendia sin pena.