Para Jacinto Villela García
Pinche madre la muerte. Perdonad la expresión. Mas ahora se necesita. La que nos toca cercana. Como de rayo. La que te lleva hoy Jacinto Villela García. El Gordo. La muerte que te conduce al descanso. A lo eterno. Mas se lleva contigo parte de nosotros, tus amigos. Las vivencias en esa flor de juventud. Las sonoras risas por las calles de Matamoros, de cuando la Normal. Las ocurrencias de de ti, de mi, de todos. La voz segunda en nuestro dueto norteño. Que nos subió a camiones para ganarnos unos pesos. Para seguir en 1977 de pata de perro en ese periplo Matamoros, Monterrey, Ciudad de México, y de vuelta en nuestro paso por Victoria. A ti, a Trini, a Sergio El Pato, a Lupe Paz. Y en Tampico cantamos en algunas cervecerías. O recordar cuando los corazones que pidió por equipo el Maestro Mauro, en Naturales. Y luego recolectamos de los otros equipos para guisarlos. Y las brigadas rurales en comunidades de Matamoros. Donde convivimos con las familias del campo. Y llevamos letras y poemas a los niños. Y la rondalla. Y las serenatas con canciones miel de tan dulces. En las ventanas de musas. Jacinto. Un abrazo siempre. Ahora en otro plano. Y sigue riendo donde estés. Que por allí te alcanzaré. Con mi bella guitarra. Duele la muerte lejana. Mata la muerte cercana. Como esta que nos deja mudos. Sin palabras. Hay golpes en la vida tan fuertes.
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