Doña Tencha

A doña Tencha le agradezco mucho. Trabajé con ella de niño a muchacho, en la Colonia Jardin. Mandados. Limpieza del jardín. Los fines de semana me quedaba a dormir. Con ella trabajaba mi papá cortando el pasto. Era un jardin grande. Yo le ayudaba a mi padre juntando con una escoba de alambre el pasto cortado. En el jardín tenía árboles de durazno y guayaba. Yo esperaba paciente el crecimiento de la fruta. Y sazona o madura la comía. Doña Tencha se daba cuenta y me lo decía, como una madre o una buena tía. No te las acabes. Era generosa en la comida. Caldo de res o de pollo, para nosotros. Suficiente para seis personas y eramos tres. Mi padre, un hermano y yo. Una vez le pedí me financiara una máquina de escribir. Una Brother americana. Me la trajo de Brownsville. Y me la iba descontando de mi pago semanal. Cuando iba a la mitad, dejó de descontarme. En esa maquina salieron mis trabajos de la escuela Normal. Y mis primeros textos. Un buen día me dió el costo de entrada al cine, mas palomitas y refresco. Ve a ver la película Papillón. Película que trata de la libertad. Y fui. Y la comentamos. Estudia, me dijo. Esa es tu libertad.

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