Vendedor

Que desgracia nada vender donde todo es comercio. Y si se vende el agua ¿por qué no vender el aire, los rayos del sol, algo de oscuridad o las imágenes de la luna?  Vamos al hipermercado de la vida a comprarnos a nosotros mismos. Nadie vende paz, amor, reconciliación. Hay quienes venden besos, sexo, canto de pájaros en su jaula. Nadie vende luz, sabiduría, tolerancia. Muchos venden armas, calumnias, odios. Hay letras que se venden y compran. Hay quienes desesperados buscan corazones, hígados, córneas, riñones. Hay quienes compran caricias y miradas frías. Que desgracia vivir en tiempos donde vender y comprar son los distintivos del ser. Yo nada compro, nada vendo, como dice el maestro, y por eso soy feliz.

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