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Mostrando entradas de agosto, 2013

Morir de amor

Nadie muere de amor. De ti, de mi. Pero no de amor. Laberintos del pensamiento. Un mal o buen día, languidece, muere el amor. Nunca de manera brusca. Y siempre con sus razones de exilio. Nadie repara. Un buen día al amanecer, el barco encalla. Vaya. Y queda atrapado entre la arena.

Contar cuentos

Todos tienen un oficio. El propio, que dominan, y el que inventan: estatua viviente. Remero del Jordán. Guía del infierno. Trompetista de jazz. Profesor de juegos infantiles. Zapatero remendón. Entre todos el menos valorado es el de contar cuentos. Este oficio es una mezcla de escritor, faquir y actor. Dicen también que bailarín. Recopila y procesa en su mente. Y para ejercicio debe de mentir. Y lo ves -loves-declamando un poema con flor. Hace carambola y pirueta. Todo por hacer creer. Era un abuelito, dispuesto a pasar horas contando de un amor aquel, cuando la revolución y las cartas. Emoción. Y nunca acabar para tener al día siguiente que contar. Y el abuelo un día murió. Lo llevaron a enterrar. Vale la pena consignar, para saber, que en homenaje cada quien de los dolientes, que eran mayoría, dijeron una mentira concatenada. No se trata de cantar. Un cuento aquí: para vivir y dormir me han contado cuentos.

Ambrosía

No se escribe para quedar bien con alguien. Tampoco para mandar mensajes cifrados. Es cierto, tiene su explicación. Pero esta va más allá de circunvalaciones retóricas. Usted por ejemplo vino. Y qué interpretación se puede dar a esta expresión. Ahora es medianoche y llueve. Cigarras y titilar de estrellas en el cielo. Vino y nada dice para qué. ¿Qué significa? Como decir hace años nací. Y qué. Nadie nos esperaba, nadie nos despedirá. Salvo la fama, dicen, el éxito, sería garantía que en tropel los búfalos vayan al sepelio. Escribo, es cierto. es de noche. Ambrosía de ti. Permanece el silencio, lugar de los cien mil recuerdos. Ya domingo. Canto monocorde de los grillos.

Este ser

Ha de ser la rumba de los sábados. Entrecerrar los ojos y ensoñación. Dos disquitos. Gracias. Ir, largarse y regresar. Venir. Oficio de artificio. Pasarela común, brillo de humedad. Es sábado. Las notas musicales se acomodan al tiempo del reloj. Si me comprendieras. Larva lugar de luna. La fotografía. En estos tiempos de frío. Vale más el calor. Ojos abiertos de búho en la madrugada. Y al despertar el conjunto de recuerdos como fiebre. Anhelantes. Vagones de tren que descarrila. Ir. Estar. Ser. Cada palabra encontrando su lugar. Como venir. Sopa de fideos para el alma, tibia. El glamour son fórmulas alineadas donde se conjuntan -y es el reflejo de- aspiraciones, origen, clase, talle. Aquí está el loft seat para el poema. Dulce de papaya. A ver si de todos modos. El sábado se va. Naturaleza muerta.

Invita la calle

Invita la calle con su correr de gente sin rumbo. Con los tragafuego como destino. Con los niños sin monedas en la mano. Con las miradas tristes de los solitarios. Con la publicidad anunciando reinos en el aire. La vida transcurre afuera de uno mismo. Apunto en una hoja las visiones: rayos y centellas, con nubes negras cargadas de vida. Y las canciones se viven atrás de las puertas. Son las crónicas de los encuentros y desencuentros. Esa sonrisa no es casualidad. El nuevo día se anuncia. Pletórico, renacentista. La felicidad nunca fue una pistola caliente.

Bohemia

El tiempo no cuenta ni hay diferencia entre la noche y el día. Zumban abejas y grillos -Paloma querida-  con sus coros, y la cerveza o licor en medida conocida. Una guitarra, de mano en voz, para hacer sentir, la poesía popular o las canciones poemas, donde aparecen mezclados, sin duda, Silvio, José alfredo, Pablo, Lara, Alvaro Carrillo. La risa, de algarabía plena. Noche, estrellas. Y por tomar agua no  se discrimina a nadie. Tampoco nadie está tiempo a fuerza. Cuando amanece renace la fiesta sin ser noche de San Juan. ¿Dónde celebraremos la tristeza?

Calor

Hace calor y no estás. Nada que ver con  esta tarde vi llover de Manzanero. Romántico y cursi. Esto es como el infierno. Tobogán por donde nos deslizamos como destino. Tomo un libro, lo hojeo y calor. Sudor. Traspaso una puerta y calor. Como para mandar todo al diablo, lugar que es aquí mismo. Las palabras se van en el viento que no va a ti.. El papel queda hecho polvo, trizas. Las palabras escritas ya no están. No estuvieron, no fueron. Así de simple. Ni sueños fueron. La  mirada languidece en el recuerdo. Hago cuentas y cuentos, manera de ajustarme el cinturón. Me acomodo el cuello. Los puños. Pongo a tiempo el reloj. Salgo a la calle a conquistar con garras el mundo. Calor y desierto de ti. La soledad es un aparador donde estamos y nadie pasa.

No llueve

No llueve y no estás. Olvido a Manzanero. La tarde es una haragana  y yo aquí, jugando al solitario. Parte dimos de los sucesos, crónica del origen. Caminar sin ver. Tropiezo, caigo.  Late el corazón. Se sabe, ya dicho. ¿Ha viajado? Viajo ahora  a mí mismo, todo pagado. ¿Licor? No, gracias, café. Y canta un trío. Entre hierba y hojarasca ningún libro. Pasto seco. Un río. Despertar del sueño. Pongo el disco aquel, a ver si llega a donde estés. Es un sueño. Aquí, el hastío me abraza. Abro los ojos al sueño mismo, a ver si conjuro pesadillas. Y en un visaje se va la imagen. Nada aquí. Brevedad de tiempo la vida. Y no llueve.

A vuelo de pájaro

Las nubes, esas de la tarde. Más allá el azul celeste. Y la maqueta en su tamaño normal de serpeantes ríos y carreteras, caminitos, montañas, lomerío. Uno viaja como suspendido, liberado de la preocupación por la muerte personal y los cercanos. Llega una lágrima, el recuerdo atiza. Esos momentos  permanecen en gerundio como decir vida plena en pasado. Inventario de lo vivido y lo soñado. Una canción. Un abrazo. Una mirada. A vuelo de pájaro todo frío en el ambiente. La algarabía como uniforme. Las indicaciones precisas para espantar la muerte. Mis bendiciones y las propias. Uno no es lo que quiere, dicen cantado en la radio. Este destino es un pájaro ciego y mudo. Y en la procesión vamos nosotros. Con hálito de vida.

Instante

En tiempo presente sucede todo. Es el ahora donde se teje la urdimbre de desafíos y retos. Por eso sale al punto la noticia de la guerra, del estallido, de la afrenta. Encíclicas donde se escribe la ruta del hombre. Donde se dice en cifras y códigos a donde irán a parar las precisas indicaciones y las prisas por resolver todo en otro tiempo. Allí van las plegarias y los cantos. Historias conocidas en las que se cuenta al detalle geneaología y patología. Ahora mismo dejad abiertas las puertas y ventanas para que el aire mueva el polvo, los rescoldos. Donde esté el libro allí está la vida.  Esta, la única, la del instante.

Artificios

No tendréis misericordia de ti mismo. Estúpida la hora, el momento. Nadie hay de testigo que te salve. La luz es un conjunto de lúmenes que dictan claridades. Es la responsabilidad asumida entre las sombras. Se devela el canto, el poema. Y se ocultan los pareceres, las lagunas y los cráteres. El artificio de la magia  nunca será el futuro. Pongamos el ejemplo de la rosa o el polen. Representan lo mismo en el parecer del ´tiempo. La rosa es y ya no lo es. Es parte del proceso. Entonces aparece de otro botón la rosa. Y el polen atraviesa senderos con el viento. Y en las patas de abejas van para el fecunde. Y el botón, la flor y miel. El jardín florido los representa. Y va uno a tomar café. Y entre grumos de amistad, el pasado. Burbujas donde duerme el viento.

Cartas

Hay cartas que se escriben y no se mandan. Nunca llegan. Nadie sabe si las esperan. O si les es indiferente lleguen o no. Pero se escriben con la parte cursi y boba de uno, pizca de emoción y sensaciones varias. Temor y gusto, sentimientos encontrados. Terminadas hasta el posdata se escribe. PD. Por si las dudas escribiré mi epitafio, total que el amor sigue y no se nota. Silencios. Hay cartas propias para el fuego y otras para lanzar al mar por el romanticismo aunque tampoco nunca lleguen como no mandarlas. Ahora sí. Mañana es hoy. Hay cartas con ganzúa o con anzuelo. Hay cartas caramelo y melón. Hay cartas plásticas de rutina. Y mas verle que escribirle, dictaba Juan, para sus hermanas. Ahora este Juan soy yo, me reconozco, Humus vivo, bienvenido. Nada hay detrás en el reverso de la carta. Y no la envío. La guardo aquí en mí mismo.

Las conozco

No tan bien, es un decir, según. Pero sí, algo. Suficiente. El esfuerzo de andar por allí viendo todo cuanto pueden y dudando del mundo y sus orígenes. Del brazo al niño rumbo al kinder o en brazos  lo llevan a la clínica. Y parchan con remiendos la ropita. Hacen mermelada y sopa para el alma. Y sonríen cuando amanece y a veces cuando van a la cama, todos dormidos, ya, luego de la comida en precocido.  Saben de fiestas por los cumpleaños donde también les toca el espacio de la cocina, aunque se considera absurdo que anden por allí en su cumpleaños, pero sucede. Y sonríen a pesar de todo, pensar que el libro anda por allí y escribir recetas de cocina o poemas. Unas se vuelven locas por no poder dar de su sangre a sus hijos en el hambre, mejor roban comida en los supermercados. O buscan comida en los andamios y botes de basura.Y las humillan en la prensa. En el vaivén la cabellera del peinado para fiesta.  Maquillaje este u otro. Un buen día la música y poesía las encuentra...

Los conozco bien

Destino traje y corbata. Pensamientos con sueños baladíes. Se llenan las manos de globos que revientan. Aprendieron de los boys a hacer nudos, fuego y abrocharse las agujetas y el cinturón.  Y escuchan música de rock inglés con sus wuiskis a la moda. Al pie ronronea su gato, y pedigrí. Usan zancos cuando necesitan. Y velero, velerito, su canción. Y patines también. Fuman desde los trece para ser Marlboro. Esas botas, por favor, señalan. Y no votan. Para qué. Si siempre gana el de siempre.Usan loción comprada en París o Florida cuando el tour. Y compran por semana un libro para saber de quién comió su queso. Son sensibles y ríen sin ser bobos, porque no lo son. Y saben chistes. Qué te cuento. Heredarán las cuentas y la forma. El cadillac. Y el espacio en la página de sociales. Al fin, la envidia. Algunos cambian de casa, de ciudad o país cuando les descubren su secreto, o por miedo (no es lo mismo). Otros imponen autoridades para que les aplaudan con respeto en admiración al cuello ...

Catalejos

Dadme los catalejos para mirar a la distancia y escudriñar en el horizonte razones de la vida. Mirar la hojita del brote dentro de todo el bosque. Es necesario. Nada fuera de lo común, mas imperceptible desde uno mismo. El átomo aquel por microscopio, claro, pero su conjunto en billones conforman a lo lejos el destino, las miradas que se cruzan y entrecruzan en los años. Catalejos para la geografía, para la ideología, la poesía. Mirar donde otros ya dicen y deciden por nosotros. Mirar esperanzas y sueños lejanos y saber si estos los de hoy se corresponden con los hechos del mañana. Dadme los catalejos. Otra historia escribiremos cuando sea necesario. Tomaremos las mejores decisiones en el futuro cauce del río. Vamos a ver, dijimos. Y veremos.

El agua

Bella y líquida la imagen de nosotros mismos; agua. Humedad perenne. Su cauce, cuando se interrumpe, busca su nivel, su espacio, su rumbo. Así, reinicia lo que no termina. El agua baña, refresca, limpia. Como las palabras, manera de decir que estamos firme en esa transparencia de la mirada, en ese acompañamiento, en ese ser. Agua para toda noche y día. Para verter lágrimas como origen y destino de lo que somos. Viento y marea. Primero y último. Agua, transparencia líquida.

Carta para unicornios

Oye, Luis. Esas canciones de ti, que nos compartiste como claves. Era enero o abril, de alguna manera.  Dicen exactamente lo que trasciende en uno y en dos. Esos versos, de factura mayor, orientan y son bálsamo, alimento donde pace el unicornio azul. Sí, el de Silvio, porque al fin Silvio y tú, Luis, así como Joan Manuel, y ese Pablo, que desde el camino van alentando esa chispa del amor que es sufrir. Ellos construyeron nubes y tapetes mágicos para nuestro vivir. De qué callada manera, Pablo, es un decir. Al alba Luis. Y la mujer que yo quiero, usa sombrero y un sensible dije especial. Sabes que de alguna manera paso por allí, sin que me vea, y sin teléfono cerca ni lejos. Perdón esta forma de decir. Rogando y más dando vuelta al disco y en cada canción recorremos el camino este, el de hoy.

Sí, a ti

Esta voz, esta forma mía de decir las cosas. Me eché para adelante, sin duda. Mis botas tenían lodo y espinas. Y el destino fueron guijarros.Y me ofrecían me sentara en el centro de la sala. Muchas vacas puede ser destino. Pero no seas tonto. En la frente se nota el futuro. Y los guijarros llegaron. Directo a la cabeza. Y en ti el cincuenta por ciento de recibir esa oquedad de etiqueta. Y vino otro momento una vez u otro. E impertérrita aceptaste destino de a ver que viene. Nunca dudar o traicionar. Por eso a ti, que es historia para presente. Para seguir presente. Y aún con las dudas dejar de dudar. La mujer que yo quiero, Serrat. Por eso a ti, que llenaste mis senderos de flor y  palabras en sus dos formas : recibidas y dichas, con paciencia. Entonces miel. Con lluvia y las hojas del libro. Sí, a ti. Las calabacitas brotan.

A ti que traes la nube

A ti que me insuflas aire cuando desfallezco y el ánimo anda por los suelos. Cuando acercas tu rosa para mi sed. Cuando me abrazas por la espalda. El café me acercas o el agua simple. Y la hoja y la pluma para las palabras, y aparece en su belleza el sapo saltarín y el indiferente alcaraván. Y pones en mi mente esas palabras, estas, que desfilan como pájaros con sus vivaces cantos. Y los libros me acercas. A ti que motivas el escrito, los pasos a dar por el camino nuevo, nuestro. Que elevas el silencio a nivel de poesía. Que indagas por desconfianza y esperanza. A ti que bajas  los nubarrones y dejas lluvia para refrescar esperanzas y sueños. Permites que viajen hasta aquí  los griegos o romanos de apenas ayer y nos enseñen y jueguen palabras en la plaza pública.Y a los persas con su ajedrez primigenio. Qué sería todo esto de bienaventuranza si no tuviera el nervio óptico y los ojos para dilucidar entre sombra y luz. O la clave para descifrar sonidos con el ritmo y bombín de l...

Sobre las olas

Justo que cambies de plan y de rutina, y necesario. Ten a la mano el pasado como manual para que no olvides, pero avanza. El futuro nunca llega. Deja el camino trillado o el camino hecho. E inicia el nuevo del arar y del barbecho.  No digas lloverá cuando las nubes sean negras y a punto de caer. Es preciso rumbear por sobre todas las cosas y cantar cuando la lluvia por la oportunidad. Olvida el paraguas, a propósito. Y como si nada camina descalzo por sobre las olas. Canta sin el comején de qué dicen por si cantas bien o no. Y la ropa acomoda a tu cuerpo no a la moda, dictadora perra comercial. Libros es opción. Lo importante es creer y crecer. Dar la mano, echar la mano y ser hombro para el del llanto. No es la cruz el castigo, es el miedo, el afán de lucro, depender.

Callada manera, Pablo

Cada cosa que nos pasa de que callada manera dice el Pablo desde la carretera México Puebla. Sin intervalos. El disco ese es del 79 o algo así poco antes o después, cuando se escuchaba también yo pisaré las calles nuevamente. Tiempo de vuelta y no, la nostalgia simple por lo que siempre es rebeldía y no satisfacción. "No puedo, lograrla, no". Sus sagradas majestades. Y sigue la búsqueda perenne. Nada hay detrás de la moneda con su doble cara, doble máscara para esconder el sudor y el polvo del camino. Cuento mis cuentas. Escribo a ver si la historia dice más de lo que se vive a diario. Ese libro y otro como para venderlos a mi mismo, en oferta.

Asuntos materiales

Como de sed morir cargado de agua. Así, el auto, bien. Color azul turquesa. Y el teléfono, iphone o Black. levante cripta con pared de mármol. Y esa pluma Paper mate. La cuenta, por favor. Y firma para acceder al crepitar del paraíso. Crédito en paguitos. Bien. Recontar objetos. Invertir la bolsa, esa gran burbuja de jabón. Corte de pelo. Ya dije de la usura. No, más. Pero sí, el comercio todo a prueba. Carne, carnal, sí me lleva a pensar cobro de respirar. Cobre u oro. Enseñar cobre. Masticar oro. Tendremos que volver, trueque. Ejemplo sí, verso por verso.

Cosas sencillas

La hoja en el árbol entre tanta hoja. La flor del jardín, silvestre. Y esa canción mil veces repetida. Tú y las nubes. La vaina donde anida vida. La sopita de letras de la infancia. El buens noches papá, mamá. El beso apenas dibujado, y más en sueños. La humedad presente en días de fiesta personal. Una cueva rupestre. Y los libros. Las cosas sencillas saben de la nada. Un manjar es el durazno cortado fresco de la rama. Dame la mano. Nuevo día esta luz de resplandor. La oscuridad desaparece. Sencillo es no hacer drama y ni la lágrima cristalizada. Hay de poemas a poemas. Decir amiga. Escucho desde el fondo de un rincón, esa melodía insustituible, la paz de tu sonrisa, madre. Evocación es revivir el infierno cuando no es invierno aún. Encender cigarrillo con pedernal.

Cosas comunes

Condominio, anda, dame llave, por las moscas. Y masticar chicle para hacer globitos con sonrisa. Golpeo una lata por la calle. Y sin teléfono para llamar. Mi paso doble pasa siempre por esos pliegues de la vida. Pasaba sin teléfono cerca. Por allí.  Para ver si ánimas dilucidan a bote pronto. Si escondernos o a la libre un coctel de camarón  y esa arenilla en las bolsas huella del andar desaforados por la prisa en las carreras. Brinde por ella aún en la distancia. Efectiva más allá de los discursos. Ahora no dibuje corazones Cupido está a la baja al dos por uno de oferta. De regalo dos poemas y el libro del José Rubén Romero.

Temblor

Movíamos las fichas cuando de pronto tiembla. Y todos a una en movimiento despavorido. Reyna y rey por el suelo junto con peones, alfiles y caballos. No importa casilla blanca o negra. Torres. Pero tiembla. Los candelabros en rítmico movimiento. Y los cardenales de por si a punto de escapada. Todo a un tiempo como explosión donde se acaban las palabras y los ritos. Como sonámbulos biombos a la deriva mostrando los dientes para esconder la calavera en la risa discuten sobre precios de preciosos ritmos de carnaval. La vida. A ver si el martilleo determina al ganador de la subasta. Basta. Diremos unas cuantas palabras más sobretodo ahora cuando más se necesitan. Nubes. Lluvia. Y los truenos escandalizan mientras tiembla. Gracias, adiós. Hasta el fin del mundo. Pero el fin al fin.

Viernes

Viernes de razón social, con diálogos a la lejanía, silencios. Otros y más silencios. Como para volverse loco y darse de topes contra la pared. Escudriño. Bosquejo. Disparo. Corto mi cabello. Debilidad esa Dalila por el Sansón. Talón de aquiles. Vamos a ver palabras. Vamos a ver esos puntos suspensivos. Quite usted el acento. Ya acabamos la tarea. De aquí al cielo esas burbujas. Y al suelo. En fin. decir. Mira esas nubes. Esas formas. Esos garigoleos, parasoles, girasoles, giralunas. Escribí anoche algodones de azúcar y desaparecieron. Esta máquina por dios falla mucho. No soy el mismo. Aquel niño sigue jugando y soy el mismo. Cenizas de papel quemado para desterrar enjambres de piojos. Todo listo. Iniciemos la película. Fin del mundo conocido.

Urdimbre

Teatro chino. las máscaras sin expresión. Una provincia española de 1450. Y la gente. Repetición de rostros y tabaco. Sueños repetidos. Monólogos de la desesperanza. Juego de esdrújulas. Pálido, tántrico, ventrílocuo. Y al acecho ojo de lechuza. Historia de brujas y la escoba última. Historias repetidas cien mil veces. Vamos a tocar el pasado. Helechos. Ronda el vigía de la noche.  Y amanece. Ronda plácido y el decir a tus órdenes principesa. Bueno sería esa señal oblicua de nada. Vamos a escucharnos. Esa música viene desde lejos. Urdimbre, tejer ideas del pasado. Y desde el púlpito Antonio declara el alto de la guerra. Oratoria sin fin ni tino. Esencia de las cosas. Nadie más de por siempre. Y el eco retumba en las historias repetidas.

Café

Café, gracias. O chocolate, bate, bate. Y un panecillo nunca cuernos. Untar con mantequilla. Y saborear este otoño con miradas muertas de poema. Caen las hojas y el frescor se siente como decir palabras fiesta. Está el cadáver presente. Los murmullos. Los rezos. Los recuerdos. No he muerto. Este viaje al interior representa cambio permanente. Un día menos para vivir. Y esta vida como paréntesis son los segundos donde quema la lengua el café. Donde anida y canta el estornino. Donde el paso representa parte del fragor de la batalla. Y hay recuento de los hechos. Diga usted si ayer a las trece horas era el que salió de la homilía. Si es usted el dueño del arma disparada. Si ese auto con pintura roja abollado es propio. ¿Lo conoce? Estos lentes o residuos de café. Este tipo de letra. Diga usted si ama. Si valora su vida. Si esa melodía canta porque cuenta de su vida. ese amor perdido. ¿Café o chocolate? Diga. Diga.

Limón

Limón a lo higuera: si vas a tener un higo, trata que no sea como yo, amargo. Perdón el lugar común. Sin embargo todo viene así, con las señas del pasado, que nada tiene que ver con esculturas viejas o poemas escritos en cuaderno de bodega. El escalpelo está dispuesto al rompimiento, la carne. Por eso avizorar como adelanto los sueños. Si no entonces.

Extremo

Deporte extremo. Escalar en hielo o en los macizos verticales de montaña. Lo mismo en rascacielos deslumbrantes por su altura. O bajar de nube a los veinte mil metros de altura o en los rápidos de río. Cruzar desiertos. Las Rocosas, por ejemplo. Así va ese vaivén. Nótese rudeza de actividad. Así la meta. El terminar con victoria. A pesar de las fuerzas. Dominar la mente, diría Kalimán a su estimado alter Solín.