Los conozco bien

Destino traje y corbata. Pensamientos con sueños baladíes. Se llenan las manos de globos que revientan. Aprendieron de los boys a hacer nudos, fuego y abrocharse las agujetas y el cinturón.  Y escuchan música de rock inglés con sus wuiskis a la moda. Al pie ronronea su gato, y pedigrí. Usan zancos cuando necesitan. Y velero, velerito, su canción. Y patines también. Fuman desde los trece para ser Marlboro. Esas botas, por favor, señalan. Y no votan. Para qué. Si siempre gana el de siempre.Usan loción comprada en París o Florida cuando el tour. Y compran por semana un libro para saber de quién comió su queso. Son sensibles y ríen sin ser bobos, porque no lo son. Y saben chistes. Qué te cuento. Heredarán las cuentas y la forma. El cadillac. Y el espacio en la página de sociales. Al fin, la envidia. Algunos cambian de casa, de ciudad o país cuando les descubren su secreto, o por miedo (no es lo mismo). Otros imponen autoridades para que les aplaudan con respeto en admiración al cuello limpio, blanco. Una buena mañana se dan un tiro por las deudas. O mueren sus hijos en el arrancón de su destino. Pero que bien disfrutaron su vida chocolate y plásticos.

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