Café
Café, gracias. O chocolate, bate, bate. Y un panecillo nunca cuernos. Untar con mantequilla. Y saborear este otoño con miradas muertas de poema. Caen las hojas y el frescor se siente como decir palabras fiesta. Está el cadáver presente. Los murmullos. Los rezos. Los recuerdos. No he muerto. Este viaje al interior representa cambio permanente. Un día menos para vivir. Y esta vida como paréntesis son los segundos donde quema la lengua el café. Donde anida y canta el estornino. Donde el paso representa parte del fragor de la batalla. Y hay recuento de los hechos. Diga usted si ayer a las trece horas era el que salió de la homilía. Si es usted el dueño del arma disparada. Si ese auto con pintura roja abollado es propio. ¿Lo conoce? Estos lentes o residuos de café. Este tipo de letra. Diga usted si ama. Si valora su vida. Si esa melodía canta porque cuenta de su vida. ese amor perdido. ¿Café o chocolate? Diga. Diga.
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