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Mostrando entradas de mayo, 2016

Para los efectos correspondientes

Aquí reportando el tiempo, las miradas. El pronóstico reservado a cambios de última hora. Como por ejemplo pase de lista de los recuerdos. Las llamadas perdidas. Las migas de pan para el camino. Aquí confeso de bienestar. Las ofertas de temporada, como siempre. He escrito textos para el olvido y otros para el recuerdo. Y los reporto al comité de censura, para el visto bueno. No sea que se escape un cumplido, halago o una ofensa, a donde no corresponde. Y sin traducción posible para donde nadie. Rosas saladas en el mar, por ejemplo. Y noches del unicornio encontrado. O lunas de miel. textos que nada dicen. nada señalan. Solo apariciones fugaces sobre lo que no existe. Mitos, como el de la caverna. O el río que nunca se repite. En fin. A veces me piden cartas de buena conducta de quienes no conozco. Y evito entonces dar señales, pistas para el seguimiento. Entonces guardo silencio. Cantan a lo lejos canciones de despedida o bienvenida. Una muñeca rota en el camino. Un pájaro carpintero c

Si buscáis

Si buscáis, donde hay nada, debéis sostenerlo bien. Como el mito aquel de la cuadratura de la tierra; de los cuatro elefantes sosteniéndola o de la semilla axiológica. El verso está en la vida misma. En ese rumiar o disfrutar de las palabras. Recuerda que la corona del reino es una metáfora. Como las espinas u hojas de laurel. El triunfo no son más que circunstancias. Buscáis lo encontrable. Como por ejemplo: la aguja del pajar. O los tres pies del gato. La derrota es el espejo de lo que la mente tiene para sí. Como la ciudad de los espejos. Donde tumulto es solo reflejo en paralelo de la caverna.

Estaba platicando

Sucede al platicar- Se enfocan las historias del origen cultural. las expresiones. Origen es destino y demás. No estar de acuerdo. O estarlo sin más. Y coincidir. Sobre el tema del pasado. Y contraste natural. Somos exactamente lo que el pasado nos define. No más. Y podemos torcer el cuello del cisne, mas del destino no. Citas. Y más citas. El futuro es la nube para una probable lluvia, la humedad. El pasado es el rijoso boxeador, que más no está. Y el presente es el aguijón que nos desvela. Estaba platicando, y no hay manera de coincidir. Mas el abrazo. Las palabras son pretexto, como las distintas maneras de jugar a los dados. Así tiene que ser, como lo dices. Mas distinto a como lo digo yo. La mar para el pastel.

Cuando sucede

Cuando sucede la llama para llamada, es sensación de luna nueva. Nuevas historias por contar. ¿Y quién malditos llama? es Dios que se comunica y utiliza las diversas maneras. Yo andaba por aquí. Y decidí pasar, buscando un teléfono, como dice la canción. Gracias por los libros y el guiño. El viaje por carretera. la música-.Dices cosas necias. Acaso la poesía, los poemas. Y los textos. Arribamos luna por las tardes. esa claridad inmensa de la primera vez, y la noche, la luna en lo alto. Callejones de luz. Luciérnagas. Y el pan de la vida, tibieza general. Me llamas hacia el pasado. Y el futuro es el nuevo camino. Llama para llamada. Línea rota o equivocada. Dios.

Las cosas simples

La carta no escrita es solo un papel. Aquel libro de poemas subrayado. Un café frío ya, luego de las palabras. Una mancha blanca en la pared roja. Mi tornillo flojo. Y el olor a tomillo en la cocina de mamá. Una florecita silvestre. La carta del silabario para enseñar a leer. La ropa tendida en el patio. El rocío en la flor. La neblina que ataja la mirada. La ventana por donde se mira el universo. la rendija por donde miro la ventana. La puerta donde se entra y sale.

Pan

De madrugada buscamos el pan. Y lo encontramos. Trigo alto. Maduro al sol. El campo. Y la siembra, la siega. Y llega a donde debe llegar. Los molinos. La harina. Y en el plan de hacer pan. El agua, la masa. Y amasar. Buscar el momento oportuno en el ya está. Y el pan busca su forma. Con las suaves y prodigiosas manos del panadero de pan. Pánfilo, a recordar. Por aquel callejón, Carlos, por dónde está tu fábrica de pan. Que pan tibio quiero y necesito comprar. Por la vuelta de la esquina. Entrando al callejón 5. Se le mira gallardo entrar a Juan. En sus manos la alegría de la tarde: una bolsa de pan. Que repartía con justicia. Y daba refresco o café para el pan. Y guardaba algunas piezas. Amarraba en la noche cerca de mí. Y de madrugaba buscaba yo, dormido, el pan. Y se escuchaba el ruido, como una ratita. Dormido comiendo pan.

Noticias del plan

Que ha ganado el real Madrid al Atlético. Que Peter Pan ha quedado al descubierto en abril. Que Caperucita era un simple cuento contra un cordero feroz. Que tenemos sensación de 50 cuando el termómetro se estaciona en 36. Que la gallina ha puesto un huevo redondo. Que otro niño ha sido dejado en un portal. Que hay ofertas de pizza. Que se ha ido la luz. Que los besos ya eran costumbre. Que la lumbre se ha empezado a apagar. Que ha desaparecido una niña. Que se ha inventado una máquina más. Que hay brasa bajo la ceniza. Que el olvido se fue sin recuerdos. Que cantó Rapahel y vendrá Napoleón. La vida pasa entre noticias. Donde uno expectante camina. El viento viene al igual que la luz. La oscuridad desaparece con las sonrisas. Que ha aumentado el precio del dolar. Que ha bajado el precio del petróleo. Que Almodóvar estrena película. Que descarriló un tren en Nueva York. La vida sigue su ruta. Que una fábrica sustituyó a 5 mil trabajadores por robots. Que ha salido el pan calientito. Que

Me pregunta

Me pregunta sobre una novela olvidada, un fuego fatuo ahora cenizas, la esquirla rota, las lágrimas detenidas. Me pregunta por el destino final del viento, las flores hambre, el dolor de la permanente sonrisa. Hemos recorrido por horas este camino de cal y humo. Traficamos palabras a cambio de la nada, acaso la satisfacción del juglar de historias relativas. Pregunta por el destino sin andenes. Por el pasado que ya no existe. Por lo que hubo en la edad de las cavernas. Por el camino aquel a oscuras cuando la primera vez, por la biografía del placer, por el poema interrumpido. Por la cripta. Y a dónde va el amor y el alma. Me pregunta el por qué, cuándo, cómo dónde del ser humano, origen y destino. Me pregunta que si acaso, sobre las probabilidades en el tiempo, el ajuste de la geometría. Son tantas las preguntas. Y las respuestas se construyen en las complicidades. En ese guiño de origen. La sonrisa a los ocho vientos. La brújula reparada. ¿Quién pregunta?, me preguntan. Erguido el hom

Eternidad

La eternidad se ha puesto en juego siempre. Como medida de lo extenso y profundo. Como promesa de la memoria siempre viva. Y como la piel que perdura en el ocaso. Estábamos en clase. El maestro Solón fumaba un cigarrillo mientras movía su abanico para mover los hervores del aire. "la eternidad y su destino no son juego de dados", afirmó circunspecto. Todos quedaron callados. Yo pensé: son fuertes declaraciones. Y ella recordó la promesa con ribete de eternidad en el tiempo: te amaré toda la vida. Pero contrario al ditirambo, resonó el eco de que los amores eternos duran un rato.

Las campanas

Se escuchó una voz: "echa a volar campanas". Y el cobre sereno percibió la recepción de alas de cartón. Imposible subir, se dijeron entre ellas. La gravedad, dijeron graves. Sonaron los badajos. Solo para hacerse notar. Sin distinción ni medida. Oye el doblar de campanas. ¿Por quién doblan? Ahora lo hacen por nosotros. Presente perpetuo de un futuro que está llegando.

La nada

En el mar proceloso del tiempo, la nada. Donde los días vislumbran partículas de neón en los corazones. En el mar de los buenos deseos y las cosas simples. En el de los huecos del corazón, bruñido el alma de esperanza. En el mar de los socavones, donde la mirada se echa andar para encontrar las anunciadas luciérnagas. En el mar de la algarabía. En un aula se d i scutía sobre la nada. Solo de silencio. Música lunar. Y el universo todo, vacío sin sentido práctico. A pesar del paso de las generaciones.

Infinito

En la clase de filosofía escuchó la palabra infinito. Pensó ella en sin fin. E imaginó el término en su construcción conceptual, la inmensidad de la línea. O sencillamente la nada. El vacío exponencial. La sucesión de  puntos interminable. Días después escuchó al oído, no recuerda si en el bosque Caperuza, en una banca de parque, o en el cine: te amaré hasta el infinito. De ida y vuelta, fue el complemento. Volvió al tema en clase. Justo en el momento del chiste del profesor Platón. Hubo una vez -son cuentos- pero hubo una vez un profesor que explicaba el concepto de infinito. Y para dar ejemplo tomó una tiza, e inició una línea. Luego salió de la escuela trazando la misma. Siguió en el pueblo y salió del mismo siguiendo el trazo de la nombrada línea.Y a la fecha nunca más volvió. Así, el amor, hasta el infinito. Sin regreso en esa línea interminable. Mas de ida y vuelta. Como decir toda la vida.

Heráclito

Hacía calor calcinante. A cada paso las gardenias con olor. De pronto volteó a mirarme con ojos tiernos y me invitó: "vamos a bañarnos en el mismo río". Quince días antes, sirenas, nos bañamos en un río fresco y cristalino. Yo reí desconsiderado. Y carcajeante, sonoro. "Imposible", le dije con suficiencia. "Nadie se baña dos veces en el mismo río". Y fuimos a zambullirnos al mismo cauce que era exactamente otro río, nunca el mismo. Y reímos. Era clase de filosofía uno". Estás loco, Heráclito", me dijo, mientras, tierna y melosa como dulce de turrón,  me abrazaba.

Vamos al río

La mirada la tenía fija. Y la sonrisa parecía de diamantes. Vamos al río, me ordenó de pronto. Cuál río, me pregunté en silencio. Si no hay río alrededor de cinco kilómetros a la redonda. Caminando, agregó. Yo le seguí la corriente. Los polos. Norte y sur. Uno no sabe, bajo la manga un cuchillo, o la carta de la suerte definitiva. Y caminamos en ruta al río donde no lo hay. Por el camino recogía florecitas silvestres. No soy yo hoy, me dijo. A veces sí. Y gracias por los discos de Aute y Serrat. Quise decirle que no hay río. Pero no dije nada. De pronto se cayó, y justificando me dijo: me eché un clavado. El agua está fresca. Se había quitado media ropa. Y riendo afirmó "nadie se baña dos veces en el mismo suelo".  Y rió desaforada. Hilillo de sangre en las rodillas. Empezó a llorar y se le entendió entre dientes lo que dijo, como masticando palabras: es que nadie me entiende, Antonio.

Escribe, ya no

Escribe, me dice. Ya no escribas, me contradice. Norte y sur. Polos. Acuérdate del muro. Ha pasado el tiempo. Mis dientes. Escribe, anda. Me has abandonado. La hoja en blanco te espera. Ya no escribas. No más. Transluces lo que fue. Y el saco se acomoda. Dice, dice, grita. La luna sola en la penumbra. Tantas voces. La nostalgia de escribir, aduzco, se traduce en días vanos. Y la materia de los sueños sigue allí, aquí, en todas partes. El espejo me dice, escribe. Ya no.

Somos palabras

Somos palabras. Alucine de las tantas voces. De los tantos nombres. De lo que no hemos aún llegado a proceloso mar o última estación. Para las ventas. No conspires. Somos palabras que se van al viento. Mas las fijamos en la mirada. Y seguimos la ruta hacia la nada, en virtud de las palabras que somos. Nube gris. Presagios de lo porvenir. Solo palabras somos.

El muro

Me invitó a pasear al muro. Por sus alrededores, la arboleda, especificó. Y no había muro. Mas no le dije nada. La vi tan convencida y segura. Dijo el muro. Y yo no quise contradecirla.. Así que salimos de mañanita al día siguiente. Muro, repetía. Y tomamos un camino, rodeado de gardenias. O algo así. Así por horas, hasta que llegamos a un lugar y dijo aquí. Y efectivamente había un muro que yo no supe mirarlo. Y ella estaba dispuesta a derribar. Mas no lo hizo.

Ahíto, pleno

Me he llenado de ausencias. Me siento ahíto, pleno.

Que nos nombren

Que pronuncien nuestros nombres. Lo hicieron en un inicio, cuando el registro en lo civil. Y lo dirán en el último instante. Y quedará solo en el recuerdo por breve tiempo. Después el olvido. Porque sabemos de lo efímero de nuestro paso. Por eso celebro siempre que, desde donde anda, o fluye, Leonor pone mi nombre en algunos labios. Yo te pronuncio.

Descubiertos

En cualquier momento entramos gozosos en el universo secreto de la imaginación en donde están atesorados nuestros nombres, nuestros recuerdos. A donde nadie más entra y por el cual esbozamos una sonrisa o lágrima de nostalgia. Madison, por ejemplo. Y nos quedamos fija la mirada en ninguna parte. Y nos preguntan solícitos y atentos, casi amorosos, inquietos. ¿En qué piensas? Y bajamos de la nube y respondemos como avergonzados por tener la sensación de sentirnos descubiertos: ¡En nada. En nada!

Dejad al tiempo

Dejad al tiempo los pendientes. Entre ellos los recuerdos del olvido. O bien los recuerdos y el olvido. A fin de cuentas todo sucede en un abrir y cerrar de ojos. Y en ese lapso suceden las palabras, los encantos y desencantos y volver a empezar, después del fin en la rutina.

Me llaman

Me llaman para pedirme que escriba. Y me pongo frente a la pantalla. Y quedo sin palabras. Todo va pasando en un abrir y cerrar de ojos. Como si entre generaciones, eslabones forjados con tiempo, no importara el individuo. Por eso andamos escribiendo nuestro nombre en agua. Como para desterrar el olvido. Los malos momentos. Me llaman para que escriba, como antes, y yo, desesperado, sólo balbuceo  palabras.