Eternidad
La eternidad se ha puesto en juego siempre. Como medida de lo extenso y profundo. Como promesa de la memoria siempre viva. Y como la piel que perdura en el ocaso. Estábamos en clase. El maestro Solón fumaba un cigarrillo mientras movía su abanico para mover los hervores del aire. "la eternidad y su destino no son juego de dados", afirmó circunspecto. Todos quedaron callados. Yo pensé: son fuertes declaraciones. Y ella recordó la promesa con ribete de eternidad en el tiempo: te amaré toda la vida. Pero contrario al ditirambo, resonó el eco de que los amores eternos duran un rato.
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