Y si la tarde

Y si la tarde. Y si la noche. No sé. Cascabeles para el gato. Y latas de aluminio haciendo ruido arrastradas por el auto. Y si la calle o el campo, las flores, el camino. No sé. Y si el libro, el boleto para viajar, el disco. Uno no lo determina. El azahar, la circunstancia, sí. Las horas se pierden en heridas, enojo. Y si un libro, leer en voz alta, o cantar, mientras barro el frente de la casa. Y si la lluvia, el frío o el intenso calor. Ya no digamos el viento del ayer que nos dejó revuelto el cabello. Nos recordó del polvo. Conocí al poeta. Eran huesos mas sonrisa. Y una dentadura chueca y un color café oscuro. Faltaba un diente. Los dedos amarillos. Tenía en su casa un tocadiscos, un librero y una mesa de pino con silla. Y en la pared una fotografía donde estaban dos viejos sonriendo desde el pasado. La casa estaba abandonada. Los niños preguntaron por sus nombres. La tarde ya se había ido.

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