Carta a mamá desde la escuela
Poblado Sandial,
Nacajuca; a 4 de abril de 2019
María Leonor:
Muy querida y estimada madre
Te escribo desde un salón de clases. Para contarte de estos
años que no nos hemos visto y menos platicado. Recuerdas que siempre viajaba yo
a Matamoros las más veces posible. A veces dos por año, en Navidad y Semana
Santa. O cuando menos una vez. Lo hacía siempre con mucho gusto, para verte a
ti, a mi padre y a todos mis hermanos y sobrinos. Porque todo eso, sus
pláticas, sus saludos, me llenaban el alma y me hacían sentir muy bien. Tanto
así que cuando me regresaba a Tabasco, que es donde trabajo desde 1979, me
sentía muy feliz, y con fuerza para empezar de nuevo otro ciclo escolar.
Este año regresé a mi trabajo de escuela, que tenía bastantes
años que estaba fuera de ella, por otras ocupaciones que me encargaban en la
Secretaría de Educación, como asesor. Ya casi 17 años de no estar frente a
grupo, hasta este año. Me siento feliz, por el día a día alcanzar logros en el
aprendizaje con los alumnos, algunos de ellos muy difíciles, pero todos muy
buenas personas.
Tengo 21 alumnos, fueran 23, pero dos no continuaron
estudiando, no sé bien las razones, pero las puedo imaginar, por cosas que me
han dicho sus compañeros.
Ayer tuvimos junta de padres de familia. Vinieron muy pocos.
Les comentaba a ellos (ellas, porque casi todas eran mujeres) de cómo entré a
la secundaria que estaba cerca de la casa, de nuestra casa de madera vieja, del
piso de tierra, y del apoyo que me dieron mi papá, tú y mis hermanas, para que
yo lograra tener este trabajo, que no me hace rico, pero me da lo suficiente
para vivir tranquilo. Les contaba que siempre tenías la cena lista, cerca de mi
cama, cuando yo regresaba ya a medianoche a la casa. Yo salía a las 9 de la noche de la escuela
Normal. Y al día siguiente estaba mi uniforme limpio y planchado, porque tú
tenías un anhelo, de tener un hijo profesionista, aunque fuera uno, que no
batallara en la vida.
Bueno, aquí le dejo esta carta, para vigilar que ellos vayan
avanzando en su trabajo de hacer una carta. Esta la hice como ejemplo de
redacción frente a ellos, para que vean la importancia de escribir, y hacerlo
bien, con toda la imaginación, y con todo el pensamiento puesto al servicio del
mensaje que uno quiere dar. Ah,. Y se las voy a revisar en el contenido y la
ortografía, y las palabras que les salgan mal, las van a hacer 20 veces, para
que las vayan aprendiendo.
Ya estamos cerca de vacaciones. Ellos, los alumnos, y yo,
contentos, por tener unos días de descanso.
Yo iré a Matamoros. Haré el viaje en carro, como antes,
aunque con un poco de miedo por la violencia en el país. Pero sé que tú desde
donde estés me irás cuidando para llegar con bien al pueblo, Mi Matamoros
querido.
Y podré visitarte en el panteón. Para sentirte cerca, que sé
que lo estas siempre. Agradecido con tu apoyo incondicional y de mucha entrega
para ser lo que ahora soy, un maestro de escuela con trabajo seguro.
Me despido como siempre lo hacía en carta mi padre cuando les
escribía a sus hermanas y hermanos de Guanajuato: quisiera mejor verte que
escribirte.
Con abrazos y besos, de tu hijo Antonio
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