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Mostrando entradas de noviembre, 2010

Tiempos

La inercia y la rutina son lastres del día. En el amanecer perciba la luz en todo su esplendor, en el rostro y la mirada.  Unas palabras empujen el hacer. Mire con ojo crítico las estructuras del poder de papel en la sombra. Del sótano al primer piso se escribe la historia terrena, como también del cielo caen sentencias mediante símbolos de rayos con trueno. Ah, la lluvia es el mejor mensaje: es vida y esperanza.  La brevedad del tiempo se percibe en la bienvenida y el adiós. Sin embargo los tiempos son lo distinto, lo distante y la mirada de quien observa. Cada uno de nosotros escribe su historia personal.

Habanera

Donde las azafatas tienen que sacar los brazos y empújarse apoyadas en las nubes para que avance el viejo Yak ruso...

Cuaderno ¿para qué?

¿Para qué el cuaderno? Para qué escribir si las palabras se las lleva el viento o el fuego en el caso del cuaderno. Qué caso tiene pergeñar ideas, sueños, aspiraciones y dejarlas por escrito, si el dicho se aplica de que el homo pez por lo escrito muere. Y luego viene esa afirmación temeraria de que todo lo que se escriba podrá ser utilizado en  contra del escritor. Menos mal. Escribir en el cuaderno no es señal de nada, menos de originalidad, creatividad o vida. Escribir no es otra cosa que la desesperación por saber que somos nada, ni paréntesis o polvo. Escribir es un intento de tragarse el mar de un sólo buche. Dan ganas de no hacer nada o mucho, y quedará la idea de que no hemos hecho nada. De nada sirve ¿Y qué importa? Salva la música del tal Auté o Serrat.

Carta (2)

Escribe y dile, hazme el favor, que gracias por escribir. Dile que extraño mucho sus palabras, que conteste para saber de su situación allá ahora que el maíz se secó y los nopales, ahora con la helada. Que por acá también hace friyesito, que acá estamos bien, que mi hijo mayor se fue p´al Norte, que anda en las pizcas. Que los más chicos ya están en la escuela. Dile, hazme el favor, que si Dios quiere me echo una vuelta por allá, por las pascuas. No escribas lo que ves, lo que oyes; no digas de los problemas que hay por acá; lo que no te estoy diciendo, lo que no te estoy dictando, para que no se preocupen.

Cartas

Cartas de amor, con lágrimas y besos incluidos, despedidas o anhelos de vuelta, llevaban los carteros a su destino, esperado. En casa sabías de la hora del paso del cartero, escuchabas anhelante su silbato, ya cerca. Salías con la esperanza de que al pasar, volteara a ver tu casa y llamara para entregar la carta de amor. A veces sí. Pasaba de largo la mayoría de ocasiones. Y a esperar el día siguiente.  Una carta es la poesía amorosa escrita con otro tipo de palabras

Oda al silencio

¿Donde están la música,   las oraciones y los salmos cuando la gente está en silencio? ¿Dónde los peces, los gatos y los perros cuando la luz   hacía escarnio de la sombra? Las preguntas no tienen respuesta. Hubo palabras para todo; desde las ofensas y las diatribas contra el hombre, hasta las petulantes voces que, interesadas, ensalzaban  y veneraban la mediocridad y lo pusilánime. Un día la palabra oral gastada dejó de existir. Desde entonces la poesía del silencio forma parte de los libros en los estantes.

Oda a las pequeñas cosas

Un grano de arena no es la arena, es apenas una muestra de esperanza. La célula sabe desde el origen el rumbo y el fin de sus días. Un gramo de palabras sorprende al universo. Nadie dice nada. El hombre del discurso duda en su retórica donde a pocos convence. Es entonces que baja del estrado sale corriendo y sigue el camino de la fábula. Es un suicidio que deja enseñanzas. La flor seca está dentro de un libro. Este en la caja de recuerdos, junto con las cartas, la moneda, un dado y la seca espiga del sorgo. Las palabras, todas ellas pequeñas réplicas del terremoto, sostienen el universo del hombre.

Oda al espacio

Todo cabe en el espacio sideral, desde el gramo de mostaza, hasta la luna multiplicada en el espejo. Entran  las letras, el honor (si cabe), las especies, la madera, el agua simple, la estopa, la música y las muñecas. Todo cabe: el payaso con hambre, el faquir con escopeta de madera, también el maestro alfabeto y el sacerdote enamorado. Un venado baja a tomar agua y lo cancelan desde la mira. En el cielo se anuncia nube y el viento despeina a la condesa. El cronista pide espacio para la ciudad en sus palabras y las cenizas del pueblo que tienen en la urna (funeraria). Alguien desde adentro cierra la puerta del espacio.

Oda al miedo

Todo en silencio. Ausencias. Un hombre trata de pronunciar palabras y no salen sonidos de su garganta. Roedores hablan por él en asamblea. Un asno levanta la mirada y los ve desde lejos mientras escribe su discurso de ingreso a la academia del rebuzno. Investigadores privados indagan los orígenes del miedo y al tener los resultados sienten miedo de las represalias. La censura publica un desplegado en todos los medios, que no hay censura.   A lo lejos alguien grazna, a lo lejos.

Frontera 2

La linea es imaginaria. A veces la marca el río o la sombra. Hay garitas de aduana en ambos lados con ley en mano y revólver en cintura. Rostros atribulados muestran documento con sello, de ida y vuelta. Los pájaros, los cormoranes y las moscas nada saben de frontera. Cantan, copulan, comen o defecan, uno u otros, donde les place la gana.

Frontera

Luces de neón y marcas de grillete en los tobillos. Bolsos vacíos, sonrisas como muecas, palabras como maldición. Atrás la historia personal de abandono de escuela, rezos, sequías y penurias. A pecho abierto recibieron la bienvenida con estruendos secos de pólvora y plomo. Desde lejos le acompañaban las risas y esperanzas de sus hijos y padres. En la cartera unas palabras y fotografías del santo de las causas difíciles, una carta húmeda por las lágrimas. El rostro de su mujer e hijos. No hubo camino de regreso. A lo lejos acampa la ira, el enojo, el desprecio.

Preguntas 2

¿Es azul lo rojo? ¿Es amarillo el azul? Preguntaban los niños.  Y seguían en sus arrebatos de vida: Dios también creo al sapo y la mariposa. Un enano es pedazo de Dios. Yo vi la muerte y me acariciaba. Yo tengo una novia que es como una principessa.  Eran las expresiones de los niños en un salón de clases. En eso llegó el maestro. Les dijo que sacaran su cuaderno y lápiz, y escribieran una composición sobre un niño que mete gol. En treinta minutos regreso a calificarla. Los niños se dispusieron  a hacer el trabajo. En el salón apenas se escuchaba el vuelo de una mosca.

Preguntas

¿Qué hora es? Pregunta el tiempo. Que la muerte responda. Finalmente el reloj de la vida da origen a nacimiento y muerte, los dos rostros de la existencia. ¿A dónde vamos? Pregunta el niño. Se hace un silencio espectral. Nadie responde. Se miran unos a otros a través de las cuencas. ¿Y Dios qué hace por nosotros? No blasfemes, le dicen rápido. Dios no existe fuera de ti. Y a veces ni dentro de ti. Es humo, es fuego, es relámpago, es oscuridad y luz. ¿Quién sabe otro cuento? Todos levantan la mano, se oyen murmullos. Todos a la voz de ya quieren exponer su propio cuento, recuerdos y notas del falso curandero. ¿Es hora de irse? Es hora de irse o quedarse. Es lo mismo. Nada se resuelve. De Diálogos entre cadáveres  

Y también mi cervecita, dijo Cuca

En Macultepec, poblado grande del municipio de Centro, vivió Doña Cuca, a quien le decían de cariño Cuquita. Dama muy estimada, allegada a los grupos de la iglesia católica. Su esposo, Tomás, la acompañaba a todas partes, desde los paseos al parque, las misas, hasta todo tipo de fiestas y velorios. Un buen día le avisan que falleció un vecino, y ella, siempre piadosa y solidaria, se baña, arregla y acicala para acompañar a la comadre, viuda y ayudar en lo que se pueda. Prepara un bolsita de mandado, con lo que se acostumbra llegar para esas ocasiones sociales: café, azúcar, galletitas, pan bimbo. Y entrando, directo se va hasta la cocina, donde ya están las mujeres, preparando algo para los dolientes y los acompañantes. Sus amigas la ven y al verla entrar sola  le preguntan: “Cuca, Cuquita, ¿y Tomás, vino?” Y ella, distraída, o acostumbrada a ese tipo de vacile, responde: ”sí, sí tomo vino, y de vez en cuando mis cervecitas”. Sueltan sus amigas las carcajadas en medio de la seried...

Qué joder, y ya llegando

Doña Praxedia era de Jonuta. En tiempos del gobierno de Tomás Garrido Canabal estaba prohibida la producción, venta y consumo de licor. Garrido era inflexible en eso. Había muchos clandestinos que desafiaban el poder del gobierno estatal, y Doña Praxedia era una de ellas. Se surtía con Don Cheo en Emiliano Zapata. El viaje de ida y vuelta era en cayuco por el río Usumacinta. Esos cayucos tenían su panza que daba hacia abajo, donde escondían la mercancía prohibida. Muchos años le resultó. Había quienes les avisaba cuando había revisiones. Y a veces les revisaban y no encontraban nada. Pero la gente del gobierno de Garrido sospechaba: había licor en venta en Jonuta; Doña Praxedia hacia viajes a Zapata. Hasta que una ocasión detienen el cayuco. Le revisan y al fin dan con la barriga en el fondo del cayuco. Y sacan el licor. De allí la famosa expresión de “que joder, y ya llegando”. Y junto a ella, su distribuidor, amigo y cómplice, que a veces la acompañaba con la expresión que completa ...

No conozco, dijo Fafo.

Fafo es oriundo y residente del municipio de Emiliano Zapata, Tabasco. Casado por las tres leyes. Su esposa, afecta a jugar Canasta, escucha de sus amigas que su diligente marido la engaña. “Con quién crees, amiga?”. Allí se entera que la engañan con su ayudante doméstica. Le dan detalles de lugares y momentos cuando se encuentran ambos, amorosos, pasionales. Ella se muerde los labios y calla, sigue jugando a las cartas, como si nada y, en su interior,   decide que al día siguiente correrá a su ayudanta. Así lo hace, sin explicaciones ni gratificación por la antigüedad en el trabajo. Al preguntarle Fafo la razón de tal hecho, la respuesta es directa y súbita: “no te hagas tonto, porque es tu amante”. Fafo se sonroja pero no pierde el aplomo. “Claro que no, que pendejo te lo encontraste”, responde. “Ni ando con ella ni lo volvería hacer”, dice, haciéndose el indignado. Pasan los días. Se amontona la ropa sucia; el patio tiene más basura por las hojas de otoño que caen y de las que ...

Se oficializa el premio José Carlos Becerra 2010 a Verónica Sánchez Marín

Hoy miércoles 3 de noviembre en la tarde se oficializó el dictamen del premio de poesía José Carlos Becerra a la escritora Verónica Sánchez Marín.

Mosca

Sobre el cuerpo de un perro moribundo revolotean las moscas a la espera del momento final. Se alejan y vuelven. Celebran por anticipado el festín. El animal mueve leve la cola. La imagen es la lección de cuando seamos nosotros el cadáver a la espera de las moscas sobre nuestro rostro. Viven horas o días. Es fugaz su paso por el mundo. En tanto no hay cadáver, celebran sobre el pastel en las fiestas. Forman con sus patas la mezcla de materia.

Hombre

Levantó la piedra y alzó el rostro. Era lápida dentro de la caverna. Logró con esfuerzo levantarse y dar unos pasos entre la oscuridad. A tientas toca paredes y se guía por el ruido de murciélagos que pasan por su lado. Imagina la luz. Sabe del verde de los árboles, los frutos. Sabe de la lluvia y el canto de los pájaros. Pero sigue allí, sin saber que los pasos le llevan al fondo de la cueva. La salida está en el lado contrario.

Caminar

Pasos sin rumbo son buen ejercicio. A un lado el panteón y la iglesia. Rostros atribulados condescienden en la tierra con la mirada al cielo. Los pasos de un López, un tal López  entran y salen de la cantina, de la peluquería, del restaurant de ostiones, del mitin en partido político, de la huerta de naranjas, de la confitería. Los pasos siguen sin rumbo definido en el intento de encontrar lo nunca antes visto. El hombre sigue sus pasos tras de la muchedumbre que se dirige a ninguna parte. Un ruiseñor canta. 

Flor

La flor no se inmuta por la brevedad de la vida. Algunas duran horas, otras días. Unas florecen en la mañana y para la tarde están marchitas. No se inmuta la flor ante la belleza. Ni se sabe bella, ni sabe del concepto de belleza. Uno mira la flor, desde abajo o arriba, arrobado, dispuesto a la acción, que bien puede ser el dibujo, la fotografía o la charla. La flor nunca llama al colibrí,  ni espera al fotógrafo. De pronto del botón  aparece el poema, y el mundo se detiene.

De liebres y conejos

Eran conejos y liebres de los que mi padre me hablaba. A veces dan conejo por liebre. Y esta es rápida para correr y dejar en pasmo a los lebreles. El conejo es noble y multiplicador de especie. Como el espejo que paralela Borges con la cópula. Lavo mi cara y me seco frente al espejo que no me refleja. Al conejo ponen zanahoria. A la liebre hacen correr para que los perros corran tras de ella en ejercicio para las carreras de competencia. Míralos, entretenidos, esperando que el conejo o la liebre vuelvan y les traigan la respuesta.

Ni en la tumba

Ni en la tumba absorto olvidaré tu nombre. Quedará grabado en roca antes de que esta se convierta en polvo. La eternidad del tiempo quedará grabada en la galaxia como un recuerdo del paso de la conciencia por el mundo. Los pasos regresarán a su natural entorno. Las palabras flotarán en el espacio como el verbo al principio de todo. Será coro sonoro de murmullos, risas y palabras. Y no habrá nadie que lo escuche.