Hay días así, como este de lluvia. Lentos y grises. Parduzcos. Sin mas pretensiones que lavar el rostro de esta ciudad amurallada por la indiferencia. esta tarde veo llover y me parece imbécil el hecho de estar escribiendo sin plan y sin ruta. Se antoja el café caliente y el pan de la infancia. Y las canciones en francés  como arroyo de notas musicales húmedas. No sé. A veces el silencio se esmera por abrazarnos. Y de pronto ante nosotros  la carta lanzada al mar por alguien más allá del inició de los tiempos.
No hay pistas ni señales en estas palabras. es una manera de hacer calistenia gráfica.
Me asomo a la ventana. Ningún motivo para la sonrisa. Ninguno para la esperanza.

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