Artista del trapecio

En la cuerda floja. Entre la calumnia y los aplausos. Entre el horror y la risotada con desparpajo. El hambre a veces, muchas veces, mas no de alimentos o carnes, sino hambre de buscar donde se encuentra nada, la palabra que no existe, el gato de tres patas, el chaleco con mangas. Transitó entre lugares comunes. Una vida simple,  común. Creyó en sus obsesiones estúpidas, una de ellas ser granjero de humanos o comandante de  pulgas. Cansado mirá hacia atrás en búsqueda de una estela de luz. Sólo vio huesos amontonados, cabezas de cerdos y humanos revueltas. Entonces esperanzado creyó encontrar la salida hacia el optimismo racional y fijó su mirada al frente: desierto con esqueletos amontonados también, cabezas. Olor a podredumbre. Ningún rasgo de vida. La civilización fue historia.

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