Avestruces

Pedimos disculpas, expusimos justificaciones, elaboramos teorías, estructuramos discursos, pero nuestras palabras eran confusas e ilógicas y todos volteaban a verse sin entender los sonidos guturales que emitíamos como de idiomas muertos. Entró la impotencia y el coraje. Y descarnados salimos a destruir  árboles, animales, libros y  puentes. Nadie, nada nos detuvo. Todos eran indiferentes porque andaban en lo mismo buscando una cueva para ellos y una silla de ruedas que les permitiera llegar primero a ninguna parte. Buscaban metales para comer. Hasta que descendimos al infierno. Allí esbozamos sonrisas indiferenciadas. Mostramos los dientes. Desciframos los sonidos. Construimos la torre de Babel y luego quisimos que fuera pieza de ajedrez y simplemente no se pudo. Fue entonces que escondimos nuestra cabeza para no darnos cuenta de todo nuestro alrededor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam