Semana santa 3

En el trayecto, de horas por carretera, les pasó de todo un poco. Una ponchadura de llanta, sin tener la de repuesto. Había que poner aceite para rellenar. Y agua para bajarle la temperatura. Se daban cuenta que los trataban muy bien. Quizá por respeto o miedo a la indumentaria, la barba y el cabello largo, hirsuto. Por Soto La Marina, Tamaulipas, percibieron que las cosas no andaban tan bien para la gente: casas abandonadas, mucho polvo, comercios cerrados. Se veían como pueblos fantasma. El viento les pegaba de lleno y el polvo se les metía bajo la ropa. "Está esto del carajo y necesitamos comer", dijo Pedro. Jesús venía durmiendo. Lo despertaron para preguntarle si quería algo. Habían parado en la gasolinera e irían a un OXXO. "Unos burritos de frijoles y un jumex de durazno", ordenó claro, auqnue con voz apenas audible.
En tanto les llenaban el tanque de gasolina. Se acercaron vendedores de discos pirata y lentes "tipo Kalimba", decía el vendedor. Compraron unos discos de música norteña, "para ir a tono", se escuchó la voz de alguien somnoliento.
-¿Cuánto falta para San Fernando?, preguntó Santiago. La boca la sentía reseca. Era a causa del viento y el polvo.
-Una hora, patrón. Pero es peligroso.
Y guardó silencio el gasolinero. Escupió y apenas salió algo de saliva. Cuando se fueron trazó una cruz en el aire. Y dijo para sí mismo: se ven buenas gentes. Dios los bendiga.

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