Matadero

Lo llevan los jueves por la noche amarrado por el cuello. Se resiste y chilla. No presiente. No precisamente. Huele el furor y lo junta con su miedo instintivo. Amanece degollado el sábado. Se beben su sangre en las ceremonias. Tasajan su carne para venderal al mejor postor. Sus vísceras tiran a los perros y gatos. Los gruñidos fueron grabados, parecen discurso de holocausto.
En ese lugar no habrá canto de pájaros. Ni ramo de flores. Sólo cuchillos, estiletes y sierras que separen a la carne, que rompan el hueso duro, que traspase la piel.
Unos jugaron futbol con la cabeza en cadena nacional. Otros se disputaron en rifa el cerebro. El verdugo plancha su camisa blanca. Y sale a pasear al perro y al niño al parque. esboza la mejor de las sonrisas. Mientras su hijo juega en los columpios. El se dispone a leer el libro de siempre, uno cualquiera de Kafka.

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