Adiós por la vez última

Atención por los  puntos sobre las íes. Ande, mire. Recuerdo por ejemplo las despedidas con Leonor. Compartido dolor por las andanzas, necesarias andanzas por carretera, roto ya lo del cordón. Una especie de exilio para gritar que el sur existe diría Don Mario y buscar sólo el dinero básico. Y me fui perdiendo en el tiempo verde, vegetal y humano, para mirar en perspectiva la aridez, los silencios. Y esa mirada lánguida con la bendición por el adiós. Me han tocado otros adioses menos o tan dolorosos. Una vez me despedí de mí mismo. Me dije adiós sin definir lo que significaba el hecho. E inicié una nueva ruta. Un enero para ver noviembre. Y remé contracorriente impulsado por los dioses. Fue entonces cuando brotaron palabras como pájaros y a caminar por la ruta de las nubes. Por allá andaba cual cometa hasta que llegó la noche. Es un decir. Días y días hasta que la noche hizo sentir su presencia como fantasma. Y era para dormir, mas el insomnio tomó su parte y a contar borregos, dije al sicólogo. Es sencillo lo que le sucede, recetó muy profesional, además de circunspecto: cómprese con el doctor Sabina en su boutique las pastillas para no soñar. (Corregir)

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