Padre

Padre nuestro, de todos mis hermanos. De todos los prójimos cercanos y lejanos. Pendiente en las alturas de los pasos por donde recorremos camino. Bienaventurado donde estés. Vuelvo de vez en cuando al sueño de un jardín florido con tu nombre. Donde begonias y lirios den su flor para ti en la mirada y destino. Luzcan bellas solo en tu recuerdo donde la eternidad es medida pequeña. Y el pasto con el dominio del verde sea alfombra por donde podamos escribir gracias por los miles y miles de sendas recorridas. Padre nuestro. No pasa nada en los delirios. A veces queremos voltear el mundo.Y nos volteamos de lugar en la cama. O cambiamos de acera o de mesa en los cafés populares. O de camisa. O de anteojos. Cambiamos para parecer originales en la estupidez con las prisas y el ego, enseñoreado en las relaciones. Padre nuestro. De herencia tenemos tu mirada. La voz llana y sincera. Y esa sonrisa con mirada que va en busca de sueños. Descansa padre nuestro de tanto caos en el albedrío libre de todos. Y ríe con nosotros.

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