La puerta

Uno aprende. Entre ensayo y error. A saber qué puerta y cual no tocar. No es fácil. Ni es difícil. Solo que la confianza te envuelve. Y el tiempo atonta. Y apremia. Tocas la puerta y esperas. Alguien se asoma. O nadie. Y vuelves a tocar. Quizá con fuerza. Y nada. En cambio si sigues constante en tu camino algunas puertas se abren sin tocar. El caso no es entrar porque la puerta está abierta. Sino saber si te esperan o es un error. A veces la puerta se cierra detrás de ti.

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