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Mostrando entradas de julio, 2013

Ojal

Sueños ojal. Y al despertar, bajo mi lengua la palabra como cocuyo. Para botón ojal, dije. Y roto al fin, sin luz, donde la música tampoco y luego el aguacero. Diría Manzanero en rima somos novios, y no, sería entonces esta tarde vi llover. Toda el agua del mundo precipitada. Llover, no otra cosa. Y a correr, pollito. Este gel se escurre. Me gusta esa manera de quitar botón o poner, justo en el lugar. Esta camisa azul de ojal cerrado. Imagino el trajinar con las camisas en la lavandería para hacerle el doblez y verificar ojal a botón para su entrega. Y corresponde uno solo ojal a un botón solo. Ah y ese equívoco, donde uno de ellos se fue en otro y la burla sosegada, dicha o callada, evidente. Pero a ese ojal de chaqueta militar, nunca se le vio botón. Y ojal de solapa, para clavel. Habrase ver. En fin.

Domingo

Sopor. Ejercicio de respiración, dos tres, dos tres. Baño glacial para iniciar. Asomo rostro al internet. Noticias. Bebé real. Lady Gagá. Monsanto. La muerte en  Egipto. Mar de gente en Copacabana. Escribiré escribo, a ver si se aparece la magia o la maga. Musa. Y no. Pescao frito -no asao- desayuno. Limonada. El azul a la vista inmenso, sueño. Música coincide en canción Mesera. Vaivén de ola. Hola. Y gracias, cantado. Mirada. Este libro me acompañará con epitafio. Al fin. Sigo en las lecturas. Poesía. A ver si se pega algo. Lumen. Este domingo, murmullos y revelaciones.  El pan. El pan. Algarabía. El hoy amanecerá lunes.

Flor

Ninguna razón o motivo para escribir. Todo de este mundo. Pequeñas cosas. El buenos días. El camión. La espera en la cola para el pan, sin preguntar por la hora. Un café. Preparar el discurso para el espejo, la mujer que no está o los familiares del muerto. Me da por comprar libros. Compulsión. Me da por caminar, a veces. Ayer pasaba por allí. Caminé desde el restaurante a la oficina. Ningún teléfono cerca para avisar. Y caminé. No fue mucho. Emocionante bajo el candente sol sentir el sudor. La vida. Los pulmones reconociendo la novedad. Y suspirar. Venta de autos. Casas abandonadas. Museo. Librería. Teatro. Biblioteca. Y el ir y venir de los autos en su prisa. Es una amplia avenida la Carlos Pellicer. En fin. Si fuera una carta esta, debería romperla. Pero va al cuaderno, resignado. Ahora nostalgia. Reverencia simple al día que pasa, solo. En el patio de una casa abandonada, miro una flor silvestre, blanca,  entre la hierba y la basura. La vida pasa.

Tiramisú

El sol, la playa. Este caracolito de mentiras. La arena raspa en la garganta por el canto. De lejos mira la tira. ¿Y el disco?  ¿Y la licencia para  suspirar? Yo me río. Son así. Son de corazón. Limón. Más limón y sal. Este día de inmenso calor es propicio para amar al hielo y al acondicionado. Solo así, porque el infierno ha de andar por los cuarenta bajo sombra. Digo de los libros. Sigue el embeleso. Ese Koser con el retorcer florido de las palabras al oído y las metáforas. Efraín tenía razón, una perrita, hace años, con ese nombre. Nada de original. Rambo, también Zumba. Y yo con mis nombres de La Tatcher o el Salinas. Reíamos como dos chacuacos sin fumar yo, de siempre. Y volver el mariachi de inicio. La paloma querida. Esta mojarra y el camarón. Y esas diminutas prendas son ofrendas al mirón. Yo sueño. Digo que la vida estará mejor en otra parte, con la canción italiana. Pero esta playa del señor, paraíso original. Algo de daltonismo dice el doctor y la miopía, mejor dar...

Qué día

Este día que ya es ayer. Rezumó vida. Palabras sin fin, de horas, por decirlo así. . Jugo verde y café. Y el desayuno común.  Proyectos, sueños. Recordad. Y hablar del Kozer. Como si fuera especialista. Los libros traídos del DF. Poemas de este cubano judío. Prosa. Que desorden ese conjunto de hiperbatones. Ese deambular por temas distintos en cada verso. Que mal, que bien. Más ahora con el premio Neruda. Como una máquina de escribir, (no de follar como el libro de Bukouski), compulsión por exteriorizar millones de palabras. Contar y cantar del poema.  Y seguir la tarde como en tres centímetros sobre el suelo por captar esa sensación del ser, de verdad. Los poros digan verdad en esa exultación. Y entrever  luz como de bengala para celebrar. Esta vida. Belleza. Viernes de soñar. Elucubrar. Predecir. Yo quiero construir el paraíso. Y dame el aventón a París. Canción. celebración de vida. Ser.

Fiat lux

Entre el cerco de oscuridad bruna, la luz. Cocuyos, chispas, resplandor. En el túnel al fondo resquicios por donde ya se ve claridad. Más que de pronto una fotografía, las canciones de Serrat, despejan el camino de abrojos. De nada sirve ver cuando todo es negro. Y el pensamiento deambula por caminos afines. Unas como pequeñas cosas. Otras, imagen de andén y tren. Pañuelo del adiós. Y la vuelta al amanecer. Bicicleta y el aire fresco pega al rostro. Final con principio.

Punch

Perdiste punch. Dicen. Desinfle. Aletargamiento. Es posible. Esa palabra recuerda el box de cuando niño. De punch, comentaban, al gordo hermano de Gelín, el más chico de los Gelines. Y tum a tumbarlo. Eran tardes del exilio, en el margen hacia la izquierda, el polvo, el barrio. Entonces me puse a practicar contra los árboles y sangre salía no fruto. Era extraño. Los nudillos pelados como loco. Y todo era alegría, sentir el round como la gloria. Los aplausos. Gritos. Luego sucedió, esto ya sabes. Caminos inciertos. Dudas. Escribir luna de día. O noche. Las fotografías. Subirlas o no. Sonrisas con guiño incluido. Y sas, me quitaron mi señal de identidad. Y busqué rescoldos, desventurado, y me encontré con palabras, estas. Perdiste punch, campeón. Y ver cómo le hago. Dejar crecer el pelo. O rape. Portar lentes. Y sentarme en un café para realmente arreglar el mundo.

Naturaleza viva

Naturaleza  viva o muerta. Vuelco al por mayor. Fruta en mesa o en árbol. O el salto y la gota de lluvia caer. El mover de nubes. Es de pensar. Conceptos.Viva: sonrisa, abrazo y beso o sudar. Muerta: el pensar de estar allí detenido como durazno o papaya de mesa. Y los tonos que le dan. Viva: ese brillo en la mirada y extrañar. Manera de decir palabras, brillo, mirada. Visión, canción. Naturaleza viva nunca será fotografía. Y es que hay que decir.

Naturaleza muerta

Árboles secos por el hielo. Quemados. Eso afuera. Dentro una mesa y sillas. Un cuadro vistoso con puntadas de tru tru. Una guitarra valenciana en la pared. Al centro un frutero a su elección. Colores saturados del foto shop. Piña, peras, manzanas, melón. Toronjas de temporada. Jarrón. La canasta de un color azul. Música a bajo volumen, suave. Cerezo rosa. A punto de dar mordida a la manzana se apaga la luz del flash.  Rictus, sonrisa congelada.

Sobremanera

Sí, sobremanera. No hay indulgencia. Si tampoco se pide menos dan. Llega el conejo, el zorro y, a ojo visto, el león, con su condición. Y animales al fin discuten sobre lógica y estrategia. Todo bien y feliz. Yo mismo  me diversifico. Manera de dialogar conmigo, consigo. Decir algo a mí. ¿A quién? Sólo eso. Galimatías de lo extraño. Retruécanos de palabras para balbucear algo. El mago, qué terrible, ante el público dice abracadabra. Y expectantes todos al fin. El conejo no sale de la chistera. No lo hay. No está. Se fue. Me fui. Soy yo, sobremanera.

Dormir

Dormir. Dejar todo de lado. olvidar ese andar de prisa para entregar recibos, vales, letras de cambio. Cobros y reclamos indebidos. hay historias que se escriben desde el sueño, donde aparecen verdades cifradas. Rostros que ya no están, olvidados, recientes. Conjunto de imágenes donde aparecen escopetas, ruedas de la fortuna, lapiceros. Acurrucar paloma canción y ruidos externos. Fofos intentos de afuera de ir al interior, vacíos, claro. Esto es más que claro. Uno mismo en ristre tomar decisiones para cortar ramas o frutos maduros. Total de eso se trata. Pero sobretodo dormir. Y más, soñar. Esto sí. Traer a cuento la patineta y la canción y sentir el aire de golpe al rostro. Y la vida, de la Barca, sueños son. Bienvenidos. Estás aquí aún. Sabes, escribir siempre es mejor.

Algo sé, aprendizaje tullido, por decirlo así. Libros para encontrar una clave. Algo que me proporcione una señal para seguir la ruta. Conocimientos básicos sé: odio, temor, celos, amor. Circunscribo algo entre paréntesis. Firmo oficios de rutina y manifiestos para decir mis palabras ahogadas. Sé de la necesidad de no esconder la cabeza, de ceñir corona de laureles imaginarios. Homenaje a la nada. Además lógica: si a, igual a b, y b igual a c, entonces de eso se trata. Liquidez en pensamiento. Ceñir cetros no, para qué. Al fin todo es ruta de polvos. Ya he hablado. De la nada también. Sé de ti, por el canto del pájaro. Por el poema dentro de la piedra. Camino por la cornisa.

Despertar

Este despertar mostrenco, en alubia dibujado, tiene la fecha plena de conocer apenas vida. Esos sueños que se fueron, los que vienen es otra historia, determinan en presente lo que es. Es natural el abandono y bajar nubes para decorar la puerta de salida. Que es por cierto también de entrada. Caigo y me levanto, no me mires, que es de pena. Por eso despasito sin zapatos -para evitar el ruido- me acerco como gato. A ver si te convenzo. No doy dato o referencia. Es secreto oculto y evidente. Ambos dos, por necesario. Llamo despertar al abrir los ojos. Se que nada veo ni lo vislumbro. Es desierto de tu voz y tu sonrisa. Todo cabe en el olvido, como recipiente donde va todo. Hasta esos gritos tuyos suaves al oído.

Despierto

Sucesión de bochornos y atropellos. Hastíos y estíos.  De rutina sangre inocente de corderos. Robo de esperanza y sueños. Y los titulares cada vez entre amarillos y magenta. Boleto para viajar, canción, Wisconsin in usa, más si uno va a un café y mira lo mismo siempre (de fondo jazz Je laime a mourir  en la casa de enfrente donde ciegos tocan la trompeta) componedores de mundo y la risa a flor del espanto. Otro café, el último. Luego carne de chivo en taco, recordar, grasa, calle madero, lluvia. Gracias. De nada. y asomarse al destino a ver si la fosa es sin gravedad para entrar de nuevo como subir o bajar que sea lo mismo. Guardar silencio es bueno. O hablar como vendedor de ofertas lámparas por la calle. Al tres por uno. Y sonreír luego de las canciones, de ese Serrat, las mismas siempre, como guiño conocido, y esa voz de la Pasión Vega. ¿Pupilente para el verde? Lo es. Abrupto despertar de no hay nada. y recordar el sueño ese en Macondo -la sordidez- y las estrellas con día...

Ya nos vamos

Viene el aluvión con viento huracanado. La hora de prisa. Los árboles al suelo. De prisa  los meses, los años y los siglos. Ni tiempo de café, la última nota, la charla apacible, los abrazos. Todo fue un vuelco. Todo de cabeza. Abuelos y nietos ya envejecidos. Entre ellos las generaciones de los padres. Rostros en fuga. Pájaros ciegos, mariposas sin vuelo. Todo fue un solo momento y en el balance polvo solo, ni por asomo punta de alfiler.

Miro al niño

Miro al niño Miro al niño, ya su infancia arrebatada desde lejos. Miro usura en los ojos de todos con viga como testigo. Y en muchos tantos otros ojos, lo mismo, afán de lucro. En el nombre de la Ley y el orden el arrebato, la humillación. Un niño hipotéticamente para la escuela. Un inspector X contra los infantes, no contra los verdaderos. Es hora. No del texto. O el pretexto para escribir o habl ar del niño y la canasta sin sus dulces o cigarros. Sucede a diario. Por todas partes. Es siempre momento propicio para desnudar la usura. La venta de la niñez. De la mujer. Del hombre. La esclavitud rozagante con apariencia de libertad para el hambre. Por céntimos la verdad al mejor postor. Por céntimos el pincel y el lienzo. Vivirán los hombres bajo un árbol por causa de la usura. Cocinarán con aceite quemado de auto. Comerán pasto, hojas papel a causa de la usura. Miro al niño, yo mismo, nosotros. Es el espejo donde nos creemos otros. Migajas. 

Pajar

En pajar la aguja aquella mil veces perdida, buscar.  Sin prisa, ni descanso, con esperanza. Nunca desfallecer. Es como un túnel el pajar, un laberinto. Miles de caminos, rutas distintas, palabras entrecruzadas. Buscar. Buscar. Hasta encontrar. Hay un plano del tesoro. Es la aguja, lo sé. Perdido sí, el plano. En fin, pero es bueno buscar. Lo fácil es cruzarse de brazos. El tiempo pasa. Que bien. Y entro al pajar. Primero cruzará un camello el ojo de la aguja. Y se encuentra la paja en el ojo de los demás. Y la viga, por dios, dónde.

Maravilla

Maravilla los libros. Este, aquel. No cualquiera, pero en general sí. Belleza. Su tipografía, dibujos, portadas, fondos, colores. Un festín el de imágenes, viajes, de acompañamientos, sugerentes textos. Llegó apenas hoy un barco manila  y celofán con globitos  lleno de ellos. Desde Porrúa DF, para Villahermosa, Arista. José Kozer    (La Habana, 1940, de origen judío, radicado por ahora en estados Unidos).  Bienvenido, José. La flota espera. Dice, cuenta. A leer, que el mundo no se acaba, sino hasta que caiga la última gota, el último out, o hasta que suene la campana final. Perdón, ni qué más decir. Ah: Una huella destartalada (Diarios); La maquinaria ilimitada (poesía) ; Mezcla para dos tiempos (prosa); y Bajo este cien (poesía). Festín para el fin de semana. A saber.

Escancia sobre mí

Escancia sobre mí la hiel. Toda completa sin faltar gota alguna. Se fue la tarde y la noche será siempre sin sentido. Por mi culpa triple o doble. Caigan sobre mí las aves de lo negro. Las que revolotean en las horas de angustia y agonía. Sobre mí todos los males, las maldiciones, los deseos. Más ahora en estos tiempos nuevos, donde arribó la esperanza al fin después de años de ilusiones. Tocan a la puerta. ¿Quién es? El aire huracanado golpea la ventana. Es la vida que reclama. Ambrosía.

Corderos

Corderos de Dios por usura desangrados. Sangre no es dinero. Por eso mismo, si lo fuera. No es dinero, valorada sí. Ahora no vale, cuesta. Sismo. No vale. Vale en sí el papel moneda. La moneda chiquita también. Oda: el dinero vale. La sangre no. Es la usura. Todo tiene que ver con la usura. Con esa necesidad del hambre por dinero, no la sangre. El dinero sí. Corran todos por el oro, la plata.  Saqueen. Sin trabajar, claro. Dinero es trabajo. Representa horas de trabajo. Sudor. Tiempo hombre. Sin trabajar la usura, gana. Es su motivo. Vacíen y desvíen las arcas a cuentas particulares. Es el momento ahora, cortad los lazos a lo humano. Fuera la imaginación. La usura, sí. ¡Viva!  La sangre sin valor. El valor es el papel moneda.

Luna

Desde lo alto, su luz, por las ventana. Y suspirar por el ser y el deber ser. La ausencia menos en fórmula del adiós, sentida o no. Venga canción. Tanto tiempo, tanta ausencia, desespera en la espera. Coincidir en los espacios. Si me dieran a escoger, entre la luna y la flor. No lo pensaría tres veces ni dos. A ti.

Melancolía (2)

El tren llega a la estación donde nadie sube ni baja. El conductor tiene experiencia suspira y silba una canción de adolescencia. Pasará siempre por donde mismo las veces que sea necesario. En el riel quedó un sueño de moneda desdibujada al paso raudo de las ruedas. No hay tren, no hay estación. Nadie lo soñó.

Melancolía

Melancolía es reloj descompuesto, ola detenida. Es malabarismo donde queda el objeto en el aire, fijo. Es una ruta aparentemente abierta pero cerrada, sin inicio ni fin. Es la canción que se sueña y nunca fue escuchada, no existió mas bien dicho. Es voz sin palabras. Mano que no se reconoce en los espacios donde habita.

¿Y?

Los pasos son  rumbo, tanteo de ciegos. Adelanto el pie, para el siguiente paso. A veces si, o no, y entonces sucede. Lo extraordinario se presenta como nada, natural. Un gato restriega su lomo en mi pierna. Yo sigo de frente como si nada (solo en sueños esto sucede). Como pan de dulce. Palabras al vuelo se presentan y las sigo por si se cansan. En un río me sumerjo, y ya no soy el mismo. En fin. La vida pasa. ¿Y?

Libro de rostros

 Apenas miedo al espejo. Cabalgar por caminos donde nadie pasa. Escudriñar futuro entre el follaje de los árboles. A eso dedico mis horas. Eso no es normal. Corrija. Los infinitivos dejan mal. Cabalgo entonces en el yo mismo, nadie pasa. Y escudriño futuro entre el follaje. La luna de tarde se asoma entre un hueco de hojas. Desperdicio de rostros de tiempo en tiempo, generaciones. Libros.

Pronóstico del tiempo

Paraguas para la lluvia de geranios/  Impermeable aroma de pino.

Vender luz

Vender sol no es nuevo. Luna también y marte. Cuando sea formal, necesario presentar las escrituras. No es dato menor. Ahora multarán a quien tome fotones para hacerse de luz en noche, o algo así dicen en España. También aquí. Recordad historia. Impuesto por el agua del río en llave. Sobre animales domésticos y sobre ventanas en casa. Y peor la venta del deseo, los guiños, sonrisas los 14 de febrero. Esos rostros estarán en blanco y negro detenidos por luz. Postal escondida en libro.

Apurad

Apurad al cielo llueva, en el desierto, la planta seca, las hojas con polvo. Al sordo la señal mejor. Al ciego algo más de oscuridad.  Donde no hay sonrisa la cosquilla necesaria. Aluvión de sensaciones. Y entonces apurad el trago de amargura, bilis, cicuta, el odio. De una vez por todas la carnicería sea el destino como campo de batalla. Lave el agua de lluvia la sangre. El general en lo alto con su binocular sabe decidir entre tomar agua bendita o vino de celebrar. Apurad, capitán, el trago amargo, la herida abierta, ponga limón y sal.

Pez

La espina del pez en la garganta. Y el esqueleto completo queda a la deriva. Pasan los perros. Lo huelen y se van. Fue el epicentro del mar en su nadar elegante. deslizándose como pez en el agua, tan así. Desafiante de la ola y la corriente. de norte a sur. Y el señuelo frente a él, con anzuelo suficiente. Y a la garganta por palabra dicha o farfullida entre ese conjunto de piezas húmedas incluida agallas. El pez brinca. Chapotea. Y logra  herido soltar el anzuelo que lo atrapó. Desde ahora por la tierra, entretenido en naufragar entre la hierba. De agua a tierra. promontorio de sueños. En lata ahora puesto al comedor.

En estos días

En estos días, el tiempo, diré, con paso lento hacia el volks. Boleto de viaje guardado entre los libros. Rutina. Silencio. Poesía como gato negro. El pan, la nostalgia. Mango, en un cerrar abrir d eojos. Murciélagos. Lluvia. rayo de luz. Una historia de película sin tigre. Calor. A veces di. nada más. Izquierda. Rio. Suena como teléfono el Silvio con Pablo y Luis. A la sombra, cantos, como soliloquio. Taxi rumbo a pastorela de julio. Adiós, reminiscencia, vanidad. Orgullo, reclamo. Calle inventario, donde discurre todo. Había una vez un volver a empezar. José Emilio y su prodigioso libro.

Un día

Un buen día el auto de lujo se estrellará ante el muro de  la humildad y el decoro. Y abrirá compuertas extrañas donde la balanza inclinará incertidumbre y ruta con alucinaciones. Un día colapsarán los destinos como frutas que se cayeron y rotas iniciaron con rapidez su descomposición. No bastan explicaciones. Ni palabras de consuelo. Es suficiente conque siga el palpitar del corazón en concordancia con lo verde, lo azul, la circunstancia y la memoria de todo lo que fuimos. Discernir entre el ser y el no, la nada. Humus, humo.

Dormir

Yo dormiría siempre para tener esa sensación del estar sin el esfuerzo de movernos o las vicisitudes de lo diario con sus prisas, sus alegatos, los celos, el auto descompuesto, o la vanidad de andar sobre el suelo. Yo dormiría, nada más. Sé que allí encontraría paz y tranquilidad, y por supuesto los besos y los abrazos que nos damos nos dimos nos seguiríamos dando. Navegaría mares y nubes y escudriñaría en ti en mi en nosotros. Lo contrario es levantar las piedras de lo absurdo, con las escenas de final, con los arrebatos de tragar mar y comer mundo. Precisamente la vida no es otra cosa que sueño. Déjame soñar por decir dormir.

Iguana

Mira la iguana desde el olvido que no es. Nada dice. Solo mira desde el tiempo tremebundo de su ser. Conciencia detenida, no lo sé. Se sumerge en el río y patalea difusa. Busca sorprender. Y yo la miro también. Me interroga.  Sé. Sin palabras, me pregunta por usted.

Hoja

Una hoja u otra. Es lo mismo en la hojarasca, solo que el conjunto. Lo ve. Algo de viento las mueve a gusto de la fuerza. Y esa rara mezcla de colores, en diferentes tono del café. En otoño los pendientes, ajustar, la firma, el acomodo de peluca, la razón. Y sacar la bicicleta vieja, ya roída por el tiempo, óxido del estar en la humedad permanente y el polvo. Y releer el tiempo, la novela personal con principio, como todo, y de dudoso final. En lugar de tiempo, polvo nombrar, a ver si la conciencia se apura en comprender que te vas, hoy, mañana o después, al fin el peregrinar, como un suspiro se fue. Mas por hoja seca que fenece, otros brotes a la planta salen por la vida en el invierno y ni se diga en primavera. Bien lo sé.

Cielo nublado

Estaba muy nublado, me dicen y llovería, sin dudas, como  de esas lluvias  del diluvio. Y nada. Ahora dicen que el viento se llevó los negros nubarrones. A veces el anuncio de tormentas son más ruido que nueces. Yo tenía listo un salvavidas, por si acaso. Hombre precavido vale. ¿Qué noticias? Ninguna. Guayaba. Café. Polvo sobre el escritorio y hormigas. Aparte de eso, anochece.

Señal de humus

Humus, gozne de vida entre los tiempos, donde cruzamos fantasmas, conjunción de polvo. Donde estamos y estuvimos, sueños, aliento fenecido.

Ciudadana

Ella, fuerte aún en la edad de las bisabuelas, sonríe mientras barre el frente de su casa.  Los vecinos la ignoran y no hacen lo propio, ni por asomo o vergüenza. No le importa. Tarde a tarde el centro de la ciudad de Villahermosa brilla esa parte de la calle Arista. La ciudadana Felícitas.

Pasto verde

Hoy amanecí pasto verde en el campo, lejos del bullicio de los autos. Oxígeno y paz sobre cubierta. Alimento de rumiantes en las horas del estío. Amanecí para recrear el cosmos desde la mirada. Caminos y árboles recorridos. Otras vidas donde se reencarna. A un tiempo todos derrotaron su destino. Inmenso animal, árbol perenne, piedra lunar. Ahora pasto verde donde pasas.

Me voy

Irse no es lo mismo que venir y decidir a cuenta gotas. La vida es abanico incierto donde aparecen soluciones. Un avión estalla, noticias. Y ante el paredeón fusilan a Zapata cada vez de las traiciones o murmura. Por eso debe ser el trenzar nubes como dulces para ver si la vida es distinta o la ganancia. Compro vendes. Y pareciera que la vida es un conjunto de cuadritos. Amar en rama es pensar el fruto. Una vida u otra. Conciencia de  nada. Vivir por la patria es morir o viceversa. Y la patria es el callejón donde vives y la luna que se aporrea en las noches por sobresalir a las nubes. Amar es razón de ser, no de circunstancia.

Mira

Mira que no es coreano ni francés. Es tampoco torre de Babel, uno dice del amor, y el resultado implica razones de ocasión. Mira yo voy atrás a veces, o adelante. Lo mismo. Y eres tú o yo. Y vienen en torrente cabezas para el box y titulares. Esgrima nacional. Y el amor en ti. Saber también que el amor a más. Abarcar la maga en la magia y la razón o locuras, conjunto de todo y nada. Nos damos la mano. O sonrisa de lejos. Y cada quien por su cual. Poema. Atrapar mariposa. O runrunear, mejor forma del dormir. Por eso miras y no es lo que ves. Si es amor, se tiene que esmerilar y finalmente decidir. El amor es algo esplendoroso, original De amor y cumbiamba.

La brevedad de la vida

Sé que estás allí, donde -ciego-  mi mano te encuentra en la imaginación. Es el alborozo por los matices del verde y el azul. Y el naranja como si nada danza por sobre el tul. Una mano actúa en sincronía con la otra. Tocan la guitarra y el adiós porque ya no está aquí. Aro, hago surco, dejo semilla. Que afán, la mosca filosofa desde el pastel, en actitud de no temer el qué dirán. Jugo de naranja, y a la mexicana por favor, escucha decir. Y se alegra porque comerá. Le aburre el betún chocolate. Y la miel de por si. Y la azúcar refinada la devolvió. Pide mascabado para su antojo de café. Las moscan atacan ya y solo está mi almohada.

Despertar

De sueño en sueño cabalgar para ver donde aterrizo, como manera de despertar. Amanece y es como un rayo de luz que devela el mundo. Rápido ve de ir que los gatos amanecen también. Rápido vuelve que ya está aquí el perfume del día. Aún domingo sueños dan para seguirte allí por donde andas, refunfuñando de todo, que perfume de gato, el agua sucia, el calor, el volumen de la música, esos vendedores de libros que no tienen motivos. Es de sueño en sueño que viajo para ver si te encuentro en uno de ellos, radiante azul, con la voz al cuello que la dicha y el canto de chicharra. Una imagen nuestra es como perla que guardo muy dentro de mí. Ya ves, el sueño, la tarde, es domingo de nostalgia siempre. Nada comparado con lunes y menos con viernes.

¿Y esa gente?

1.- ¿Y esa gente, la que combatió en Angola o en Irak, sus familiares muertos, sus recuerdos y sus miedos hoy? ¿Qué hacen a que dedican su tiempo cuando les invade el miedo que no sintieron en la algarabía del festín de la muerte? Imagino la sangre derramada, los huesos rotos. ¿Y los niños, sus hijos que respuesta recibieron cuando preguntaban por los asesinos de sus padres y los hijos de estos qué piensan del horror exportado como símbolo del poder y lo podrido? 2.- Debato en mí mismo preguntando por los obreros que construyen las torres de hoy en Dubai o Nueva York. "Yo construí este alto edificio de 140 pisos, y aquella pirámida donde fuimos 30 mil obreros.  Una canción de moda repica en la radio con sonsonete simple de din dong. En sus sueños los obreros tienen comida y cama con sábanas y cobertores para el frío. Aprendieron a leer en los anuncios de salsa maggi y coca cola. 3.- Ríen con razón mientras debaten sobre la guerra propia del hambre, hacen cola para ...

Respondo

Respondo con monosílabos, silencios o discursos. A veces por escrito o de manera directa. Y esto según quien haga las peguntas, bien hechas, por saber solo, y no para sacar estambre de camisola. Sencillas respuestas o complejas según el tiempo de pregunta y la mirada señuda que gobierna. Datos y mapas datos a cuenta gotas. ya me voy, ya me fui, ya regreso. Y siempre escribiendo de los gatos, del sueño, de la memoria. Por eso ahora no me quejo de preguntas, sino que en el pedir está el dar, y doy respuesta. Aquí ando, flamígero y soberbio. Soy esos que niego. Y dibujo un ave en el eslabón de la cadena. Los monosílabos. Y los discursos solo son parte de la monotonía sin risa, sin frescor. Ahora pregunto yo para responderme ante el espejo.

Me preguntan

Me preguntan si ya, si no. Y camino orientado por ciertos temas, gustos, afanes, tensiones. La vida sucede afuera con la lluvia y la basura como barquillos simples en la corriente leve citadina. Y el ocaso es al fin parte de todo como si fuera inicio del día. Vemos la hora, apuramos el paso, nos detenemos. Respiramos profundo, esbozamos sonrisas. Y hay una prisa por llegar primero, por comprar, por deber, por pagar. Miramos la publicidad por si acaso no sabíamos que necesitamos algo, cualquier cosa. A ritmo de salsa centuriones se esconden tras un árbol a ver si pasa la tormenta. Me preguntan si dónde o cuándo. Y esbozo una sonrisa, como muy mía. Y respondo sobre colas de nube o rabo, ejercicios para ocupar el pensamiento y desarrollar la imaginación y escribo norte y sur y puentes por donde nadie pasa, caminos por donde nadie transita. Preguntas y preguntas donde no tengo la respuesta exacta que necesitan. Tomo café o no. Que importa.

Estación de paso

Estación de paso es apenas  punto de referencia obligada a donde llegan y se van hombres y mujeres con destino incierto. Hambre mitigada por el descanso y la espera. Un tren  en la penumbra. Ruido conocido de la bestia, hierro que materializa la esperanza entre arbustos donde antes era selva. Sueño del norte o sur para mejor estancia en este paso. La vida, estación de paso móvil. Donde estemos, ya no estamos. Ajedrez móvil donde jugamos piezas y en el que somos peones por la generación de procedencia. Otra cadena tiene cartas como reyes, reynas, señores feudales, capataces. Sigamos de frente. Un día no habrá frente, solo polvo movido por el viento. Viene un tren que ya se fue. Y esperamos el que sigue. la vida no era esto. Y es la rebelión por las lecciones aprendidas en la infancia. Yo pecador.

Lento de horas transitar

Lento de horas transitar. El tiempo del absurdo pasa bajo la puerta y la trasciende. Indiferente cual piedra ante el camino con candente sol. Y uno queriendo salir y bailar mojado bajo la lluvia. Ha de ser la temporada de otoño viene, dice la moda cambia de estilo. Cementerio es destino y signo del regreso. Como las vueltas del interior del árbol, muestra del transcurrir del tiempo y amalgamar casualidades de la física y química. Y además las matemáticas. Corrijo. Lento el tiempo transcurrir. Horas como boletín de noticias enviado por nadie. Al fin de cuentas todo es parte de la farsa natural. El polvo, amo y patrón de todos los orígenes, de todos los destinos.

Absurdidad

La esfera y el cubo,  cada quien en su función. Y el arma al revés, como para dictar sentencia absolutoria. Si el viento arrastra al fin, es por su ser, tornado o brisa suave, y en veces huracán. Por eso el ánfora, del vino. Y la canasta para el pan. Y la hoja al viento sin el qué dirán. Es absurdo que las cosas vayan del revés. Si el cántaro al agua. Y para el lápiz  papel. Y el camino para seguir una ruta o volver. Y el pájaro para volar y cantar. Hubo una vez un cuento, y era la antesala de dormir. Y no más. O el pájaro carpintero, etcétera.

Llueve

Cantar bajo la lluvia, los dos, y el enojo del plan. Esa película interrumpida. Y recordar el grito al Cácaro. Oso que se esconde tras el horno marrón. Jurisconsulto en silencio a pensar el qué dirán. Corre la mirada mientras es azul o verde el camaleón. Esa iguana mira igual que tú. Y aterida tiemble por los tiempos diminutos expandidos. Un timón, un libro y el sacacorchos. Yo me quedo callado. Refunfuñar historias. Mis manos, tiembla ruta. José Emilio, cumpleaños. Y a brindar. Quede constancia. Llueve, decir "no estabas tú".

Alter ego

Uno es uno mismo como  ruiseñor del canto y vuelo. Uno es esa majestuosidad de la sombra tras de uno, inseparable como rojizo entorno del suicidio. Hermana siamés nuestra la sombra que ríe a lo último detrás o adelante. Hermano siamés que nos empuja o detiene dando órdenes como rufián en jefe, castigándonos en el hecho de la vida, inseparable. Ya ves, este humus sabe del destino nuestro al punto del llanto ante cualquier ficción donde no estamos. Mi alter, de quien yo soy sombra, nada más.

Humus

Es común a todos, decir de la palabra y los hechos, el cúmulo de intenciones. Historiar motivos de fe y esperanza. Una montaña a lo lejos. Una nube. La nostalgia. Y siempre los pasos describen la vida. O el soñar sin mover el cuerpo hacia ninguna parte. Empieza un cuento también cuando termina. La palabra de inicio es asimismo la del final que es el principio. La historia interminable de las sombras. Estas. Conjunto de hojas secas, humos, como señal de vida que fue.