Flor
Ninguna razón o motivo para escribir. Todo de este mundo.
Pequeñas cosas. El buenos días. El camión. La espera en la cola para
el pan, sin preguntar por la hora. Un café. Preparar
el discurso para el espejo, la mujer que no está o los familiares del muerto.
Me da por comprar libros. Compulsión. Me da por caminar, a veces. Ayer
pasaba por allí. Caminé desde el restaurante a la oficina. Ningún teléfono cerca para
avisar. Y caminé. No fue mucho. Emocionante bajo el
candente sol sentir el sudor. La vida. Los pulmones reconociendo la novedad. Y
suspirar. Venta de autos. Casas abandonadas. Museo. Librería. Teatro. Biblioteca. Y el
ir y venir de los autos en su prisa. Es una amplia avenida la Carlos Pellicer. En fin. Si
fuera una carta esta, debería romperla. Pero va al cuaderno, resignado. Ahora nostalgia.
Reverencia simple al día que pasa, solo. En el patio de una casa abandonada, miro una flor silvestre, blanca, entre la hierba y la basura. La vida pasa.
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