Punch
Perdiste punch. Dicen. Desinfle. Aletargamiento. Es posible. Esa palabra recuerda el box de cuando niño. De punch, comentaban, al gordo hermano de Gelín, el más chico de los Gelines. Y tum a tumbarlo. Eran tardes del exilio, en el margen hacia la izquierda, el polvo, el barrio. Entonces me puse a practicar contra los árboles y sangre salía no fruto. Era extraño. Los nudillos pelados como loco. Y todo era alegría, sentir el round como la gloria. Los aplausos. Gritos. Luego sucedió, esto ya sabes. Caminos inciertos. Dudas. Escribir luna de día. O noche. Las fotografías. Subirlas o no. Sonrisas con guiño incluido. Y sas, me quitaron mi señal de identidad. Y busqué rescoldos, desventurado, y me encontré con palabras, estas. Perdiste punch, campeón. Y ver cómo le hago. Dejar crecer el pelo. O rape. Portar lentes. Y sentarme en un café para realmente arreglar el mundo.
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