Cenicienta

Cuál es el plan para hoy, le preguntó él. Ella respondió  sarcástica:  espérame a las 11:50 de la noche. No puedo a esa hora, estaré exactamente a las 12 de la noche, le aclaró él. Los tiempos no están para bollos y el tiempo personal es único, estoy consciente, a las 12 ya no estaré, lo siento, dijo ella frente al vano espejo. El llegó puntualmente. No había nadie. Nunca hubo nadie. El cuento es muy sencillo.

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