Palabras de amor

Él. No sé si ella me lo preguntó una vez de si lo escribiría, si era de su interés o no, si estaba consciente de lo que vivíamos. Es una bruma el recuerdo, sobre todo en esa parte. A la distancia de los años llego a esta conclusión: fue como sueño de novela lo que vivimos. Mientras se vivió en la cercanía, las angustias, la separación o distancia, ocurrieron detalles extraños y externos que fueron definiendo lo que seguía. Una vez robé un libro para regalárselo. No por no poder pagarlo, sino para poder escribirlo desde lo real. Elementos cursis para una novela cursi.

Ella.  Fue simple siempre. No tenía ese halo de seguridad de los triunfadores, si acaso solo la sonrisa. Aunque no le era fácil sonreír. Se notaba que cargaba con algo más allá de sus fuerzas. Tampoco buscaba impactar con su plática sobre lecturas o sus conocimientos. Simplemente se le daba platicar con sencillez. Y era un buen compañero. Sobretodo llamaba su atención su cabello rebelde. Su timbre de voz. Y su esquema de estar tranquilo. Y bueno la ternura, la tersa ternura que una mujer espera como de un príncipe. "No digas eso, me abochornas", decía riendo. Y era por su orgullo de saber su origen. Y hasta como vanagloriarse de ello. (Corregir todo, o casi.)

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