El amor (2)

El amor no existe. Es si acaso un invento para transitar con amargo dulzor la vida hiel. Es subir escaleras que te conducen a ninguna parte, menos a las nubes. Es el engaño vil, la estafa, el gancho con el que alguien desde las alturas justifica esta existencia en el rotundo valle de lágrimas. Es un sudor extremo para encantar bobos optimistas. Es el enjambre de abejas que producen miel para otros sin siquiera saberlo y nadie sabe para quién enmiela. Es la sabiduría milenaria aplicada para alargar una vida gris monótona, vegetal. Es el lecho de piedra o mullido en el que se acuesta el solitario pensando en  otra historia, otros brazos, otra vida. Es el reencarnar en pez para pescado frito o asado. Es el rodearse de filosofías lindas y buscar notoriedad que no acompañan en esos minutos de cuando estamos solos. Al fin uno está solo. Es la ausencia de filosofía primitiva -si la hay-  en el hecho simple  encender la vida como set de televisión y mantenerla encendida sin estar mirando o escuchando nada. Es el caminar en cuerda floja donde alrededor solo queda el abismo en los cuatro puntos cardinales. Es el reloj mecánico que nada sabe del tiempo ni importa. Soy el amargado, al que nadie vio, al que nadie mira, en el que nadie piensa. Soy el que escribe por paga biografías falsas, dictadas por la prisa, el afán de notoriedad. Me incluyo con autobiografía de título Moneda de tres caras. (Siempre corregir)

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