La pluma

He comprado una pluma. Lo sé. Adorno de camisa. Color negra en su presentación. Y tinta negra también. Las pierdo. Cuando me la piden prestada para rellenar documento en una oficina de gobierno o en el banco. Y la doy con la intención de no olvidar que me la van a regresar. E irremediablemente la olvido. Lindas plumas. En la nostalgia. Ojalá me dure esta. O cuando menos justifique en textos a mano. Si al caso. Porque me acostumbré a escribir en las viejas máquina Remington u Olivetti. Me fui y volví sin olvidar de cantar. He comprado una pluma. Y espero escribir en manuscrito. Sobre los pájaros en vuelo. Sobre la luna que baja a tomar en el pozo de agua. Sobre la alfombra mágica. He tenido otras plumas. Y se han perdido en la ruta del no me acuerdo. Ahora, con permiso, escribiré. La dicha de tener una pluma. Que te guste. Y te guste escribir. Para darle vuelo a la hilacha. Y compromiso.

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