No me reconozco

No me reconozco. No soy ese de los filtros. De los cuentos bobos. Ni el de corderos o lobos. No soy el de la manzana ni el del yogur del turismo frutti. No me estacioné en la edad del 33.  Ni pensé en el silicon valley. No soy ese rey de barrio. Acaso vislumbo lo que soy en lo que nadie nombra. No soy el fiel de la balanza en las disputas  como algunos dicen. No me reconozco en el espejo que antes hablaba de jóvenes y ahora de viejos. No soy el que usa catalejos. Ni el sirviente del atajo. Ni el pastor de ovejas. No soy al que nombran y ponen buenos adjetivos, que de muertos serán mejores. No soy el boxeador de la vida, de los jabs y las mentiras. No me reconozco en ninguna casa. Ni de aquí ni de allá. No soy el lector incandescente. No soy aún el viajero sideral que entre las estrellas mira la tierra para buscar el lugar del cordón umblical.  No soy el Coronel de las cartas. Ni emisor ni destinatario. Tampoco el del laberinto que tiene la llave pero no la quiere usar para salir. 

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