Entre el destino y el azar
La palabra mar huele a sal y pescado. La palabra río tiene fijos los recuerdos del Bravo. Si escribo Matamoros, siento el peso de las lágrimas contenidas. Las palabras son vasos comunicantes del pasado al presente y viceversa. No hay escapatoria entre el destino y el azar. Este te atrapa, aquel te seduce. Y el resultado es el laberíntico pensamiento que te hace rebobinar la cinta de la película. Si "el hubiera" tuviera carta de permiso y se materializara en el presente, otros rumbos serían trayecto en el mapa del despeñadero.
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