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Mostrando entradas de febrero, 2013

Noche

De que hojas caen, caen. Y el velo azul como de cielo nos inspira. No digo nada. De pronto se aparece en el firmamento una estrella o varias. Y las admiro. A veces hasta hago un discurso por ellas. En la plenitud de la noche,  a la lejanía, la luz iridisente de planetas y estrellas. Miro la luna, ella indiferente. Y yo, como en sarcófago, imitando al que se va, derrocho ánimo. Y reitero que la luna a cucharadas, etcétera. Lugares comunes que se me presentan como metáforas. Ecos de poemas que nos vislumbran. Tomo mi libreta y escribo las palabras de rutina. Buenas noches. Caballeros y damas. Y de pronto traigo al recuerdo nuestra explosión del universo.Y los átomos. En el atril nuestra melodía. Y el violín con las rosas. Monumento a la gloria, de ti.

Silencios

La nube nada dice. O el viento fresco. Ni el rocío. Queda en el ambiente el rumor de la nada. Y el gato salta de techo en techo, indiferente a las miradas. Yo escribo por rutina. Ese temple que nos machaca la carne hasta dejarnos exhaustos. Y es de verdad que aparecen las palabras sin decir nada, como en un intento del suicidio fonético. ¿Y qué si todo calla? La sangre ciega recorre el interior en los canaletes de riego. El sudor aparece como producto del esfuerzo del andar sin ruta ni rumbo. Callo. Callas. Calles donde personas  pasan frente a ti con los rostros convulsos por la dicha que se aleja cada vez como el horizonte. Escribir datos. Escribir fechas. Calendario del que se desprenden las hojas. Volteo a todas partes. Están todos los que son y de cierto no me reconocen. El silencio es el discurso mejor cuando la risa anda de viaje. Anida un dolor que se encaja en el hueco. Es melancolía.

Tan de pronto

El frío o la oscuridad. La vuelta a la esquina o la disyuntiva entre un sendero que se bifurca. O el enlace entre dos contrarios que de natural se repelen. O la química entre la miel y el burro que luce la pereza. Tan de pronto todo eso y el tiempo que pasa insobornable. Y la risa queda como piedra. Y los gatos son aplastados y quedan en la calle. Y los valores no son más que estampitas que se estudian en la escuela, para calificación. Así, tan de pronto, el sepulcro como para recordar que el tiempo no corre, vuela. Así, sucede. Cierro el libro. Y seguiré en otra ocasión con la lectura. Tan de pronto la felicidad como papa caliente. Repite el disco. Oigo la misma canción. Calle melancolía. Callejón la soledad.  

Café aromático

Pido café con pan tostado y mantequilla. Y me sirven en bandeja de plata una cabeza sonriente. Es de mal gusto, digo, servir algo que no pide uno. No me enojo, por supuesto. Pero es algo raro estar en una situación así, incómoda. Café por cabeza humana. No. Que pena que no horror, o algo así, parecido. Indiferencia sí, notoria. Entonces se me ocurre algo genial. Cambiarme de mesa. Y funciona. Pido de nuevo un café y me lo sirven. Asunto arreglado. Aromático, caliente y humeante. Y pan con mantequilla.

Café

Americano, por favor. Y no hay nadie en el local. Ni meseros o usuarios. Apenas mesas con capa de polvo. Platos y tazas en el lavabo a la espera de mejor momento. El aroma del café quedó en las paredes al igual el barullo de las pláticas y sueños. Nada. Yo sigo aquí. A la espera de compartir tus sueños y la palabra. A continuar en la lucha por la vida. A desdibujar soledades. Es probable que yo ya no esté, es cierto, apenas conciencia dormida ya para entonces en cripta. Y desde allí perciba el local para café donde estuvimos. Es probable que no estés a causa del cansancio normal, a causa del final fin del libro. Mientras, no estamos. Este domingo. Aquel. El próximo. Yo sigo aquí, que es no sé donde. Aferrado a un sueño, humo, nada. Aferrado a nubes, lunas. Es domingo, tomo café. Oro de elemento no de orar es nada comparado al abrazo, ese.

Otrora

El libro, árbol frondoso, otrora. Y esa eternidad contenida en la risa. Y la materia del tiempo, la nada. Burbuja de jabón que, ingrávida, revienta. ¿Y nosotros? ¿Quién pronuncia estas palabras? Nosotros agua y polvo, barro hoy en vasija de cocina. Y el polvo dice, nosotros otrora vida, cuerpos orgullosos, con vanidad desafiantes del tiempo. Mezcla de risas y recuerdos, palabras dichas y contenidas, borbotones de sal húmeda vertidas por los ojos, en traslado cuencas y ahora polvo. Otrora esa facilidad por perder el tiempo en angustias, no valorada la dicha en el breve paso por la vida. Si agua fuimos, también fuimos tiempo que ahora mora en nosotros, barro, material inerte para dar forma al asa, la cavidad, contenedor en su uso de sueños. Savia divina, en polvo enamorado. Somos, fuimos.

Bienvenido

Me digo a mi mismo bienvenido. No es asunto de puntos cardinales de norte o sur. Es yo que regreso a mi en lo que soy. Semilla y fruto.  Pan dulce para el café que está listo en la mesa. Y el corazón que marca la pauta para la dicha. Me alegro de bienvenir, de regresar, al punto donde esta mi destino y mora mi origen. Allí el nido y la fragancia. La mirada alunada y el guiño junto con el abrazo. Es junto todo. Sin dejar nada al azar ni permitir que la viga entre a los ojos. Me descubro a veces solemne y otras con desparpajo hacia lo serio. Cuido mi careta o máscara por sí las dudas. Y tengo mi miel para lo dulce que es el deber ser. Por lo pronto me doy la bienvenida. No sé usted. Que ya sabe quien es. El amor seguirá siendo siempre algo como maravilla y esplendor.

El Norte

Los sueños  se presentan como verdades que lo son. Transite por amplias avenidas y callejones sórdidos. Mire rostros esperanzados y con agustia. Hombres y mujeres prestos a la sonrisa y al saludo. Generosos trabajadores de la frontera que en el día a día llevan su vía crisis con heroísmo. Las miradas de los otros es dedesconfianza. Atisban al miedo de los otros y se reconocen en el espejo que de pronto se hace añicos. Casos aislados. Hay flores en los jardines. Hay casas abandonadas. Polvo. Cementerios de automóviles. Venden gasolina como aguas fresca por las esquinas. Los semáforos funcionan sin dar precisos las órdenes de paso. El viento seca la lágrima que se asoma. La música norteña suena por todos lados como religión. Todos se refugian en el pasado.  Infaltable la carne asada como símbolo de unidad y resistencia. Échele con fe al balazo. Debe decir al bailazo. Los amigos hacen confort en el abrazo que el norte existe. Y la luz está.

Ya ves

Despertar es milagro. Y lo primero que pienso es decir maravilla la existencia. Y ese preámbulo que es el sueño, continúa. Estaba el libro y un dado, como símbolos de la imaginación y el azar. Pasos hacia la luz tenue. Y en esos pasos la huella del tiempo en la suela y solapa. Yo se que estoy de este lado del río (hace frío), y se que estas de aquel lado y en el momento propicio el encuentro en la palabra o pensamiento. Un día no estaremos, esa fatalidad del tiempo. Un día las sombras no estarán ya más con nosotros. Y habremos pasado la estafeta sin darnos cuenta, poco a poco. Y otros caminarán por el parque, otros escribirán cartas, tomarán café, otros celebrarán la existencia con la risa sonora y los versos blancos o con rima.  Miras la luna? Bien dice el verso, somos de otra estirpe. Yo aquí, refunfuñando lejanía y silencios. En el silencio se que esta también la poesía. Despierto y entono esa canción de mi maestro: ya ves... No hago otra cosa. Este cantar de sordos.

Juan

Recorrer estas calles y callejones, donde dejamos rastros. Escuchar palabras de quienes tienen la mirada puesta en el pasado y logramos reír hasta el futuro. Mirar al viejo, que es mi viejo y que veo como si fuera yo mismo ante el espejo unos años después. Llegar a tomar café a La Jarochita con amigos donde mi padre también llegó por más de treinta años a platicar con café y pan dulce y el rumor de una ciudad que amanece. Escuchar historias con miradas de miedo y donde la esperanza está sujeta a lo inmediato. Uno valora más lo cotidiano cuando se aleja. Me pongo los zapatos de mi padre. Yo soy Juan.

Una unión mas perfecta

El libro es el abrazo mejor. Sin duda. Extiende sus páginas sobre la piel nuestra. Y nos da indicaciones para  el café y la charla. La unión nuestra es la mejor, como el árbol y la sombra correspondiente. La hoja y las letras que se le imprimen. El espacio donde viajan las notas. La gravedad nos sujeta a nuestra casa de inicio y final. En el camino somos viajeros a la espera del arribo. Yo aquí escribo como de viaje y trascendió ya el tiempo desde entonces. El poema es suspiro, es la vida. Tenemos más al solo comprender al ser al manifestarse como tal en un guiño, palabras, sueños que se pintan siempre de un futuro mejor. Yo te espero con una sonrisa grande y la esperanza. Decir unión es escribir con letras de oro esperanza. He dicho.

Discurso

El tiempo de la vida, ese paréntesis donde estamos dentro, es en el aquí y ahora. No tenemos otro. Aunque un murmullo de sibilas en el otro mundo, el fantástico, nos afirme lo contrario. Nada es mejor para la vida, que el amor (ah, y la amistad). Y que la vida es un sueño y los sueños sueños son. Señoras y señores: Las flores son poemas. Son espejo de la naturaleza y sentimientos púrpura de bohemia. Mándele un ramo de rosas. Llévele serenata. Y ya están grandes  las manzanas rojas en el  huerto. Escojamos la nuestra y la del regalo. En la periferia están acomodados los sueños. Un día más y hacemos balance de lo que pasa. Otro día  la muerte por odio nos busca para atraparnos. Pasa mi madre y me acaricia la cabeza. Me abraza. Y me dice mi niño. Yo escribo cartas para ella, desde el lugar donde me encuentro a donde ella está, con la paz de su sonrisa. Y agradece el gesto. No vayas a París, me dice, guiñándome un ojo, sabiendo que yo desacato sus órdenes. pero entiendo el significado.

Lealtad

Las manos cuando abrazan. Y los labios en el beso. O la mano diligente cuando el saludo de lejos y la sonrisa.Y el carpintero cuando horada el tronco de árbol. O la nube cuando se echa un clavado transformada en finas gotas de agua. Y qué decir de la mariposa que estalla, y no está más. O el estallar del universo en el mundo pequeñito. Son leales. Por eso camino sin aspavientos en pasto u hojas secas. Canto a bocanadas de aire. Y susurro poemas. No escribo mucho es cierto. Y fallo al sol cuando me escondo bajo la fronda de un árbol. He abandonado cuadernos donde escribí versos. Pero en las esquinas no escribo mi nombre. Y tampoco busco el oro por la siniestra. Y nada de zancadillas o patadas bajo la mesa al que de frente se le da la palmada. Quizá por eso la prisa por llegar la dejo, por si la muerte viene envuelta en celofán y moño. Y sucedida la despedida final, ya qué del odio, la ambición o las certezas. Leal a ti, decir luna. A tí. Ayer que fue la caverna, el antes de la risa y

Guiño de libro

Los discursos sobre los libros, quedan de lado y sin importancia cuando uno de ellos te guiña una página. Me ha sucedido un montón de veces en la vida. Un libro, los libros, coquetos y de ensueño. El espacio no es para abrir el anecdotario. Pero me sucedió ayer. Precisamente. En un estante de exhibición. Una cajita pequeña, un título sugerente: Carta a D. Un alegato filosófico sobre el ser y estar en las convenciones sociales y la razón de ser de la pareja. Eso de imán y cóncavo y convexo. Había cientos de libros y revistas. De formatos distintos, con títulos sugerentes y colores llamativos en la portada. Y entre todos ellos fue el único que me hizo un guiño. En silencio logré escuchar el susurro del llamado para irse conmigo, en escape sublime para entender las razones de su alegato. Lo tomé entre mis brazos, lo abracé, acaricié, tomé foto como modelo. Y finalmente lo dejé, abandonado. Supe de su esencia, por las palabras en la cuarta de forros: ""Acabas de cumplir 0ochenta

Dónde

Sé que sé. Atrasito de la sombra. Al lado del fruto en el árbol alto. En el crepúsculo, que es un amanecer u anochecer, ni justo antes ni después, donde la sombra es alcanzada por la luz o viceversa. Y el zensontle en la mañana, de mil voces. Y en el poema, o aleteando en la flor. En la manzana y en el olor a durazno y guayaba. A la vuelta de la esquina. Dentro y fuera de las iglesias o templos. En el hospital y precisamente en la cama del terminal. En la sonrisa del niño, aún en el hambre. En el abrazo del hombre (y mujer, o no). En la brisa suave que leve mueve hojas. Y en el ventarrón huracanado que derriba orgullos y árboles. También en el rayo (oh, dayos) con estruendo o silencioso. En el rabo de nube. Y esas figuras como barbas de dios.  En los caballitos y unicornio. Y en la rueda de la fortuna y en los niños con bolsillo vacío que la miran. En el que espera regalo de reyes (que no llegarán) y aparece como magia un regalo. En el beso de tornillo en las esquinas de luz aún a oscu

De viaje

Todo viaje es movimiento que se refleja en la fotografía. Es la estampa del tiempo, una huella como constancia. Ayer me fui de viaje. Hoy lo mismo. Y mañana. No me esperes. Llegué me fuí y vuelvo. Tengo en mis manos flores y la carta del ayer donde dejé constancia de un momento y nuestros nombres. Venimos juntos desde un origen, y compartimos destino. En el trayecto somos y tenemos conciencia que seremos. A pesar de los justos y de los caminos en laberinto. A pesar del tren y de las olas. Un buen día nos damos cuenta que la historia es simplemente un reloj que se descompone y nunca más. Nunca más. Por eso el día a día es una forma de gritar que la vida es bella. Y el viaje sigue. Ve y vuelve. Que siempre habrá razones suficientes para escribir en papel bond una vez más una parte de la historia  interminable.

Te amaré

Es raro todo esto. Lo que sucede dentro de uno y alrededor. Es uno y lo mismo. Es lanzar un dardo al corazón de uno mismo y a otro. Es una fiesta al natural escuchar las canciones francesas con el Trenet o la Mathiu o la Piaff. Ella o Venecia sin tí con el Aznavour. Es un encanto la vida. Es la vida exultante. El aire  se cuela entre las hojas. Es la claridad de luz cómplice que se cuela por las rendijas de la pared o bajo la puerta. Son las partículas que flotan ingrávidas, al igual como las pompas de jabón. Me asomo al abismo de colores. Al de sonidos. Y aparece un sentimiento henchido con las enormes ganas de recostarme en ti. O mirarnos. O mirar la luna. Arrobado miro la forma tipo de la letra. Vibra suave el sonido. Y se articula en palabras y el enunciado que no necesita más palabras, ni exactamente menos. Escucho una canción ahorita. Te amaré. Canta el Bosé. Y hay fiesta.  Es una historia, es guión. Es una vida. Amar a Dios es significativo. Amar en segunda persona es tener los

A veces

Estás donde estoy. Circunspecto y memorioso, colecciono datos e imágenes, hojas secas. Me asomo a una ventana donde creo que te encuentro y estás, a veces. O encuentro las huellas de tu paso. Dejas pistas como sin querer. Y vas con halo luminoso sin sombras. Yo, por ejemplo, escribo a veces. Dejo rastros también para que perdido sin buscarme me encuentres. Subo a nube y caigo en vértigo. Y en el pensamiento me levanto. Y cuando sucede el milagro diario, vengo aquí, a la ventana para mirar la vida que sucede. Estoy donde estás y es cuando creo en los milagros.    

La cigarra

Impacta el canto monótono y lineal de la cigarra. Permanece en las horas y la memoria como huella perenne de los días. Insistente, se graba en el agua y la piedra. Sonido que reverbera en la mente. Canta cigarra. No me alegras, mas sin embargo me recuerdas mi condición: monótona, lineal.

De nuevo, Sam.

Así, despacio, como si nada, se escurre el agua entre los dedos. La vida así, sin aspavientos, despacio, se va agotando entre las franjas minúsculas del tiempo. Por eso, hoy no tengo palabras para discurso. Por eso hoy no tengo palabras para ir acomodando en el cuaderno. Todo sucede cuando no sucede nada. Vamos. Dame la mano.  Para bien terminar se debe cantar una de esas canciones como volver a empezar, de nuevo, otra vez, hasta que nos marquen "the game is over". Mientras esto sucede, tócala de nuevo, Sam.