Discurso

El tiempo de la vida, ese paréntesis donde estamos dentro, es en el aquí y ahora. No tenemos otro. Aunque un murmullo de sibilas en el otro mundo, el fantástico, nos afirme lo contrario. Nada es mejor para la vida, que el amor (ah, y la amistad). Y que la vida es un sueño y los sueños sueños son.

Señoras y señores:
Las flores son poemas. Son espejo de la naturaleza y sentimientos púrpura de bohemia. Mándele un ramo de rosas. Llévele serenata. Y ya están grandes  las manzanas rojas en el  huerto. Escojamos la nuestra y la del regalo. En la periferia están acomodados los sueños. Un día más y hacemos balance de lo que pasa. Otro día  la muerte por odio nos busca para atraparnos. Pasa mi madre y me acaricia la cabeza. Me abraza. Y me dice mi niño. Yo escribo cartas para ella, desde el lugar donde me encuentro a donde ella está, con la paz de su sonrisa. Y agradece el gesto. No vayas a París, me dice, guiñándome un ojo, sabiendo que yo desacato sus órdenes. pero entiendo el significado. Y es cierto: no iré a París. Esto de aprender francés engurruñando las rs  se me hace ridículo. Como grandiosa me parece la Eiffel y los poetas malditos. Vete a La Habana -me ordena- y mira las flores en los libros. Pero regresa, te espera el dibujo de dios en tu destino. Despierto alumbrado por las palabras de mi madre, que son las palabras de todas las madres a sus hijos.
Señoras y señores:
Cuando se ama no es necesario deshojar margaritas. Es un delirio, es un dolor. Y correspondido es navehgar entre las nubes. La flor sigue siendo la flor. Y habito solo este tiempo. La geografía es un mosaico pequeñito donde bailamos, siempre el vals más conocido de Sabina. La vida no es un block cuadriculado. De jugar por jugar.
He dicho. Digo.


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