Juan
Recorrer estas calles y callejones, donde dejamos rastros. Escuchar palabras de quienes tienen la mirada puesta en el pasado y logramos reír hasta el futuro. Mirar al viejo, que es mi viejo y que veo como si fuera yo mismo ante el espejo unos años después. Llegar a tomar café a La Jarochita con amigos donde mi padre también llegó por más de treinta años a platicar con café y pan dulce y el rumor de una ciudad que amanece. Escuchar historias con miradas de miedo y donde la esperanza está sujeta a lo inmediato. Uno valora más lo cotidiano cuando se aleja. Me pongo los zapatos de mi padre. Yo soy Juan.
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